Un día más la privacidad de los usuarios es protagonista de las noticias en el mundo de la tecnología, en este caso con el uso de nuestros datos con los que, supuestamente, Twitter (X) ha negociado.
Hace años Twitter se encontraba enfrascado en una batalla legal contra el gobierno de Estados Unidos, buscando mayor transparencia sobre cómo se vigilaba la plataforma. Esta demanda, que persistió incluso después de que Elon Musk tomara las riendas en 2022, terminó siendo rechazada por el Tribunal Supremo. La respuesta de Musk fue de decepción, pero lo que vino después es aún más desconcertante.
Documentos recién descubiertos han sacado a la luz que, mientras X luchaba por la transparencia en la corte, estaba vendiendo masivamente datos de usuarios a Dataminr, una firma de vigilancia. Esta empresa utiliza inteligencia artificial para monitorear actividades públicas en redes y proporciona alertas en tiempo real a sus clientes, que a menudo son agencias de la ley y el orden. Lo irónico aquí es que, aunque X demandaba al gobierno por vigilancia, estaba facilitando una herramienta poderosa para que se llevara a cabo, solo que indirectamente.
La utilización de estos datos por parte de la ley para, por ejemplo, monitorear protestas, entra en una zona gris moral y ética. No solo contradice las propias políticas de X contra la vigilancia, sino que también plantea serias preguntas sobre la protección de la privacidad de los usuarios. Aunque la información pasa a través de un intermediario, el resultado final no cambia: los datos terminan en manos de la ley, muchas veces sin un proceso legal de por medio.
Es crucial entender que, aunque esta revelación puede parecer sorprendente, X no es la única empresa en el sector tecnológico que ha convertido la privacidad de los usuarios en una moneda de cambio. Sin embargo, lo que hace que este caso destaque, es la posición pública de Musk y X sobre la libertad de expresión y la transparencia.
La práctica de vender datos a intermediarios como Dataminr resalta una pregunta persistente sobre hasta dónde están dispuestas a llegar las empresas tecnológicas para cooperar con el gobierno, directa o indirectamente, y cuál es el verdadero precio de nuestra privacidad en la era digital. Porque parece que todo tiene un precio, independientemente de quién esté a la cabeza.
El informe de theintercept.com contiene muchos detalles del tema, tantos que es difícil defender a Twitter en este caso.