Sobre la neurotecnología, los datos cerebrales y la privacidad

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La neurotecnología se está desarrollando a un ritmo vertiginoso, y aunque puede ofrecer muchos beneficios, también plantea serias preocupaciones éticas y de privacidad. En una entrevista con Nita Farahany, experta en neuroética y profesora de derecho en la Universidad de Duke, se abordó el tema de los avances en la tecnología cerebral y la necesidad de nuevos derechos para proteger nuestros cerebros.

Neurotecnología: una herramienta poderosa

La neurotecnología incluye una variedad de dispositivos y técnicas para medir, registrar y estimular la actividad cerebral. Estos avances tecnológicos pueden ayudar en la investigación y el tratamiento de enfermedades neurológicas y trastornos mentales, y también tienen el potencial de mejorar el rendimiento cognitivo y la capacidad de aprendizaje. Por ejemplo, los dispositivos de estimulación cerebral profunda ya se utilizan para tratar enfermedades como el Parkinson y la depresión.

Sin embargo, con la capacidad de leer y manipular la actividad cerebral, la neurotecnología también plantea preocupaciones éticas y de privacidad. Por ejemplo, ¿quién tiene acceso a los datos cerebrales y cómo se utilizarán? ¿Podría la neurotecnología ser utilizada para controlar el comportamiento o la toma de decisiones de las personas?

¿Qué implica la tecnología de lectura de cerebro?

La tecnología de lectura de cerebro ha avanzado rápidamente en las últimas décadas, y la cantidad de información que se puede extraer del cerebro humano es asombrosa. Los expertos pueden detectar, interpretar e incluso manipular señales cerebrales, lo que nos permite entender mejor cómo funciona el cerebro y cómo se relaciona con la mente y el comportamiento. Algunas de las aplicaciones más comunes incluyen la identificación de patrones de actividad cerebral asociados con diferentes estados mentales, como la atención, el sueño, la emoción y la cognición, así como la restauración de la función cerebral perdida o dañada.

Sin embargo, la tecnología de lectura de cerebro también plantea preocupaciones importantes sobre la privacidad y la seguridad de los datos. Si los expertos pueden leer tus pensamientos, ¿qué implica eso para tu privacidad y autonomía personal?  ¿Cómo podemos garantizar que nuestros derechos y libertades básicas sean protegidos en un mundo donde nuestras mentes pueden ser «leídas» y «manipuladas»?

La polémica con DecNef

DecNef es una técnica de neuroestimulación que utiliza un dispositivo de estimulación magnética transcraneal repetitiva (rTMS) para modular la actividad neuronal en el cerebro. La idea es intervenir en los circuitos cerebrales que están asociados a los recuerdos traumáticos, para debilitar su intensidad emocional. La técnica se basa en la idea de que los recuerdos traumáticos están asociados a una sobreactivación de la amígdala, una estructura cerebral que desempeña un papel clave en la respuesta emocional.

El uso de DecNef plantea varios dilemas éticos y filosóficos. Por un lado, algunos críticos argumentan que la técnica podría utilizarse para manipular los recuerdos y borrar parte de nuestra identidad. Además, se ha planteado la preocupación de que al debilitar el impacto emocional de los recuerdos traumáticos, también se reduciría la capacidad de las personas para aprender y crecer a partir de esas experiencias dolorosas.

Nuevos derechos para proteger nuestro cerebro

Según Farahany, es importante establecer nuevos derechos para proteger nuestros cerebros en un mundo donde la tecnología cerebral está cada vez más presente. Estos derechos podrían incluir el derecho a la privacidad cerebral, el derecho a la propiedad cerebral y el derecho a la autonomía cerebral.

El derecho a la privacidad cerebral se refiere a la capacidad de controlar quién tiene acceso a los datos cerebrales y cómo se utilizan. Es importante que los datos cerebrales estén protegidos por leyes de privacidad, similares a las leyes de privacidad de datos personales.

El derecho a la propiedad cerebral se refiere a la capacidad de poseer y controlar los datos cerebrales. Si bien los datos cerebrales son creados por el cerebro de una persona, actualmente no existe un marco legal claro para la propiedad de estos datos. Establecer el derecho a la propiedad cerebral podría permitir a las personas controlar cómo se utilizan sus datos cerebrales.

El derecho a la autonomía cerebral se refiere a la capacidad de tomar decisiones informadas sobre la utilización de la tecnología cerebral. Las personas deberían tener acceso a información clara y precisa sobre los riesgos y beneficios de la tecnología cerebral, y tener la libertad de decidir si desean utilizarla.

Actualmente, nuestras leyes y regulaciones no están diseñadas para abordar adecuadamente estas preocupaciones. La mayoría de las protecciones de privacidad se centran en la información personal y la privacidad en línea, pero no se extienden a la información que puede ser extraída de nuestros cerebros.

Farahany propone que se establezcan nuevos derechos cerebrales que protejan la privacidad y la autonomía de las personas en relación con la tecnología de lectura de cerebro.

Implicaciones éticas y sociales de la tecnología de lectura de cerebro

Además de las preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos, la tecnología de lectura de cerebro también plantea importantes implicaciones éticas y sociales. ¿Cómo se puede utilizar esta tecnología para mejorar la vida de las personas sin abusar de ella o dañar la dignidad humana? ¿Cómo podemos garantizar que las personas tengan un control adecuado sobre su propia mente y cuerpo?

Farahany señala que la ética y la responsabilidad social son fundamentales para el desarrollo y el uso responsable de la tecnología de lectura de cerebro. Es importante que los expertos en neurociencia trabajen con profesionales de la ética, la política y otras disciplinas para garantizar que se consideren adecuadamente las implicaciones éticas y sociales de la tecnología de lectura de cerebro.

Como veis, la tecnología de lectura de cerebro es una herramienta poderosa que tiene el potencial de mejorar significativamente nuestras vidas. Sin embargo, también plantea importantes preocupaciones sobre la privacidad, la seguridad y la autonomía.

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