Desde que Alexander Cummings patentara el inodoro en 1775, muchos fueron los cambios que atravesaría este aparato hasta alcanzar su forma final.
Actualmente existen inodoros de todo tipo, pero hasta el momento no se había creado ninguno que tuviera la capacidad de detectar enfermedades como éste que presentamos a continuación.
Se trata de una iniciativa propuesta por la ingeniera de investigación del Instituto de Tecnología de Georgia, Maia Gatlin quien se dio a la tarea de crear una manera de sacar provecho de la inteligencia artificial para detectar la diarrea en personas.
Con el nombre de «La tesis de las heces: Usar el aprendizaje automático para detectar la diarrea» Gatlin presentó su proyecto en la reunión anual de la Acoustical Society of America, donde brindó una explicación acerca de la manera en que puede hacerse uso del aprendizaje automático para detectar enfermedades en el intestino.
Para ello se emplearía un sensor microfónico no invasivo, de manera que con ayuda de la inteligencia artificial pueda reconocerse la infección sin necesidad de realizar exámenes en un centro medico para recolectar datos adicionales.
Para probar la eficacia de este método, Gatlin utilizó el micrófono y el aprendizaje automático para detectar la diarrea, recurriendo para ello a archivos de audio provenientes de recursos en línea.
De modo que de cada muestra de audio de una excreción o movimiento intestinal, se obtuvo un espectrograma, el cual hace referencia a la captura de un sonido en una imagen.
A distintos tipos de excreción distintas resultaban las características presentes tanto en el audio como en el espectrograma generado.
De manera que en lo que respecta al tono diarreico, los investigadores concordaron en que este producía un sonido más aleatorio.
Una vez obtenidas las imágenes del espectrograma, fueron usadas como entrada para el algoritmo de aprendizaje automático, cuyo rendimiento fue puesto a prueba usando datos con ruido de fondo y sin éste, a fin de garantizar una captura limpia del sonido, de manera que este pudiera luego ser interpretado por el sensor sin importar el entorno.
Gracias a estos resultados, Gatlin se mantiene optimista de que este sensor microfónico pueda ser implementado en lugares donde resulte frecuente la aparición de infecciones intestinales como la cólera.
Al respecto Gatlin expresó lo siguiente:
Esperamos que este sensor, que ocupa poco espacio y tiene un enfoque no invasivo, pueda desplegarse en zonas donde los brotes de cólera sean un riesgo persistente.