Si alguno de vosotros piensa que en Chernobyl todo está seguro después de tanto tiempo, se equivoca.
Lo que queda del Reactor 4, que sufrió un colapso catastrófico en 1986, ha sido tapado de casi todas las formas posibles, siempre con el esfuerzo por mantener contenido su núcleo nuclear, pero tarde o temprano tendremos que enfrentar el hecho de que hay material nuclear debajo de todo, y tendrá que ser tratado de alguna manera.
Con el objetivo de acercarse a una solución definitiva, hay que entender mejor lo que hay ahí debajo, conocer la estructura y el estado de cada zona, y para eso nos ayudará Spot, el famoso robot-perro de Boston Dynamics.
Poco después de la explosión que ya vimos todos en Netflix, el Reactor 4 se cubrió con un sarcófago de hormigón y acero, todo con el objetivo de mantener ocultas 30 toneladas de polvo altamente contaminado, 16 toneladas de uranio y plutonio y 200 toneladas de lava radiactiva. Con el tiempo ese sarcófago se deterioró lentamente, y a fines de la década de 1990 se decidió erigir un enorme edificio sobre todo el desastre para estabilizar el tema.
El Reactor 4 ahora vive dentro del Nuevo Confinamiento Seguro (NSC), esperando que se realice un desmontaje seguro del reactor algún día.
Por qué han elegido al robot Spot
Dr. Dave Megson-Smith, investigador de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, ha sido uno de los que ha acompañado a Spot en su aventura. Megson-Smith se especializa en el desarrollo de sensores y equipó a Spot con un sensor de radiación además de su carga útil de mapeo.
Actualmente el piso del edificio tiene mucho polvo, y una prioridad dentro del NSC es mantener el polvo lo más bajo posible, ya que el polvo es radiactivo y se pega a todo y, en consecuencia, es la forma más fácil de que la radiactividad escape del NSC. Usar un robot con patas levanta menos polvo que usar ruedas, y además ocupa un espacio mucho más pequeño.
Las mediciones semanales de rutina en espacios contaminados en Chernobyl son realizadas por humanos, y un robot como Spot, podría potencialmente reemplazar a esos humanos. No estamos hablando de entornos donde la radioactividad destroza a los robots, y sí de máquinas que pasean sigilosamente por entornos contaminados para realizar mapeos.
Hacer que los robots sean increíblemente resistentes a la radiación es un desafío, tal y como pudimos ver en Fukushima, donde hay un sección particular que se conoce como un «cementerio de robots», donde los robots simplemente van a morir después de enviar datos. Ahora hay que verificar cuál es la tolerancia de Spot, qué componentes fallarán y qué se puede hacer para endurecerlo.
El objetivo de Spot a corto plazo es el mapeo de radiación completamente autónomo, y se probará con una gama más amplia de paquetes de sensores.