Reducir el costo implicado en almacenar energía renovable en forma de calor, así como sacar provecho del calor residual presente en los tubos de escape de la chimenea son los objetivos a lograr con el desarrollo de unas nuevas células solares que tienen la capacidad de reflejar el 99% de la energía que no puede ser convertida en electricidad.
Conocida como «El sol en una caja» este proyecto permite captar la energía eólica y solar adicional y almacenarla en algo conocido como «banco de calor».
De acuerdo con el profesor adjunto de Ingeniería química, Andrej Lenert, este método de almacenamiento de energía a escala de red resulta 10 veces más barato que el uso de baterías, siendo que su funcionamiento se encuentra sustentado en un tanque de silicio fundido, complementado con paneles solares fotovoltaicos que transforman el calor captado en electricidad.
El uso de la energía fotovoltaica térmica debe hacer posible la captación de fotones de menor energía reflejados en paquetes de luz o calor dada la baja temperatura que presenta la fuente de calor.
En un intento por incrementar la eficiencia de este método los ingenieros han estado enfocando sus esfuerzos en conducir los fotones de muy baja energía hacia el banco de calor con el propósito de que la energía sea reabsorbida y pueda ser usada de nuevo en un fotón de mayor energía que produzca electricidad.
Esto es definido por el profesor de ingeniería Steve Forrest como «un trabajo de reciclaje» añadiendo además que «La energía emitida por el banco de calor tiene más de 100 posibilidades de ser absorbida por la célula solar antes de que se pierda».
Los paneles termofotovoltaicos tradicionales con respaldo de oro proyectan el 95% de la luz que no pueden retener, lo cual, si bien representa un porcentaje alto, el restante de luz que se pierde por rebote tiene 20 posibilidades de ser reemitida en un fotón cargado de suficiente energía para ser transformada en electricidad.