Entre la mayoría de los dispositivos electrónicos que tenemos a nuestro alrededor, aquellos que utilizan funciones de geolocalización suelen usar la tecnología GPS, la cual conocemos bien de cerca. Sin embargo, este sistema de origen estadounidense tiene otros grandes sistemas satelitales a su alrededor, como el proyecto Galileo de Europa y el GLONASS ruso.
A la lista se suma también Beidou, un símil de origen chino que tras una serie de 44 lanzamientos de satélites realizados desde la década de 1990, esta semana completó su infraestructura de cobertura global. Con este paso dado, en materia de tecnologías de localización, el gigante asiático dio el paso más grande para independizarse de Estados Unidos.
El contexto tras la iniciativa de China
Por razones económicas y políticas, hemos visto en varias áreas las repercusiones de la tirante relación que hoy existe entre Estados Unidos y China.
El Sistema de Posicionamiento Global (GPS), aunque tiene alcance a nivel planetario, no deja de tratarse de una tecnología desarrollada y mantenida por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Es por esto que China, con el objetivo de garantizar su independencia en este campo, comenzó su camino en torno al desarrollo de su propia alternativa: Beidou, nombre extraído de la denominación local que se le da a la constelación de la Osa Mayor.
Bajo este propósito, desde 1994 prepararon la primera versión de BDS (sigla bajo la cual se hace mención a este sistema de navegación), la cual se mantuvo operativa de forma experimental entre 2000 y 2012. En aquella primera etapa, BDS cubrió la totalidad del territorio de China y sus alrededores. Paulatinamente, la cobertura se expandió a Oceanía y parte importante de los océanos Pacífico e Índico, dando así vida a su segunda generación.
Durante la primera mitad de la década del 2000, China tuvo algunos acercamientos con la Unión Europea, para integrarse al proyecto Galileo. No obstante, estas negociaciones fueron infructuosas.
Posteriormente, desde 2015 se dio pie a la implementación de una tercera versión de este sistema, que junto con robustecer la red satelital, se amplió su cobertura más allá de los límites de la región Asia-Pacífico, cubriendo el globo terrestre en su totalidad.
¿Qué hace especial a Beidou?
Último lanzamiento desde el Centro de Lanzamiento de Satélites Xichang
Son 30 los satélites que completan la infraestructura de la tercera generación del sistema de posicionamiento Beidou. Si sumamos aquellos ya puestos en órbita durante la implementación de sus generaciones predecesoras, se completa una red con 55 satélites operativos. Sólo aquellos que componen la red correspondiente a su última generación, superan en cantidad a los satélites de GLONASS, Galileo y el mismo GPS.
Aunque en principio, esta tecnología no difiere tanto del GPS, a nivel estratégico representa para China una mayor autonomía y una menor exposición a espionajes o intervenciones.
A nivel técnico, la solución china de navegación ofrece una alternativa de mejor rendimiento. En su zona de mejor cobertura, la región Asia-Pacífico, la precisión de sus detecciones opera bajo un margen de 10 centímetros, un índice considerablemente más agudo que los 30 centímetros garantizados por el GPS.
Entre sus aplicaciones prácticas, destacan sus utilidades en materia de transporte, agricultura, silvicultura, pesca, seguridad pública, gestión de energía, prevención y mitigación de desastres, entre otros usos más.
Al menos en territorio chino, la transición desde el sistema GPS a la alternativa local podría no ser algo tan complicado como parece. Conforme a un reporte actualizado a diciembre del año pasado, en aquel entonces el 70% de los teléfonos móviles inteligentes presentes en el mercado de China ya soportan esta tecnología.
Con este paso, China entró en tierra firme para competir de igual a igual con el GPS, ampliamente adoptado en el mundo occidental. Aunque nos tomará tiempo ver a nivel concreto su implementación masiva, sobre todo a nivel de hardware, ya contamos con un antecedente potente para mantener bajo consideración.
Viendo la noticia desde otro ángulo, esto patenta los intereses de China por no mantenerse al margen de la nueva carrera espacial, sobre todo tras el revuelo mediático generado por el reciente lanzamiento tripulado de SpaceX junto a la NASA.