Ya hace doce años que vimos como el mundo de la traducción cambió con el lanzamiento de Google Translate, una herramienta que no ha sufrido muchos cambios estéticos, aunque sí ha mantenido una constante evolución interna para aplicar todo lo que la inteligencia artificial puede ofrecernos en este sector.
Inicialmente solo conseguían traducir entre inglés y árabe, ahora traducen en 103 idiomas más de 30 billones de oraciones por año (sí, billones, trillion, en inglés).
Anuncian ahora un diseño nuevo en la versión web, una imagen más adecuada a los nuevos tiempos, más coherente con el resto de productos de la empresa, con nuevo etiquetado y nueva tipografía.
La función de cargar documentos ahora es mucho más evidente (aunque siempre ha sido posible usarla), y ahora es más sencillo guardar y organizar las traducciones importantes que usamos con frecuencia.
Han incluido etiquetas a cada traducción guardada, lo que ayuda a localizar, ordenar y agrupar traducciones que realicemos en varios idiomas.
El traductor se ajusta de forma automática al tamaño de la pantalla, de forma que independientemente de si accedemos por móvil, tableta o computadora de escritorio, tendremos una experiencia optimizada, con todos los recursos que vayan añadiendo visibles en todo momento.
Una excelente herramienta que merecía maquillaje, aunque su uso sigue siendo igual de sencillo.