En el mundo de los coches autónomos hay un viejo dilema que requiere atención especial entre ingenieros, programadores, abogados, políticos e incluso filósofos: ¿a quién debe salvar el vehículo cuando hay un accidente mortal, al pasajero o a los que serán atropellados?.
Un caso que ejemplifica bastante este dilema es el siguiente: un coche autónomo conduce a alta velocidad por una carretera de montaña. A la derecha hay un precipicio, a la izquierda roca. Se encuentra con una curva, reduce la velocidad, pero aún así no hay como no atropellar a tres personas que se encuentran en medio de la misma, solo hay una solución: lanzarse al vacío, matando al ocupando del coche en lugar de atropellar a las tres personas de la carretera. ¿Debería hacerlo?, ¿debería estar programado para salvar siempre al mayor número de personas o a proteger a su ocupante?.
En Mercedes-Benz ya han respondido, y aseguran que sus coches autónomos salvarán siempre al ocupante, una decisión tomada para obtener la confianza necesaria de los consumidores, que no se atreverán a comprar un coche que decidirá algo así en función de un número objetivo.
Christoph von Hugo, ejecutivo de la compañía, lo tiene claro, mientras en el MIT siguen trabajando para obtener la opinión de la población mundial con su Moral Machine.
Mientras las leyes no se pronuncian sobre este tema (y dudo que lo hagan), la decisión estará en los fabricantes, y parece que en el futuro tendremos que preguntar antes de comprar un coche: ¿este modelo es de lo que salvan a los de dentro?.
Según estudios recientes la gran mayoría de las personas no compraría un coche que tiene a otros como prioridad, por lo que parece que la decisión no será filosófica y sí económica.