Vivimos en una era en la que la inteligencia artificial (IA) ha transformado radicalmente la forma en que percibimos la realidad. Uno de los desarrollos más inquietantes es la proliferación de los deepfakes: videos, audios y fotografías manipulados que pueden hacer que cualquiera diga o haga algo que nunca ocurrió. Estos contenidos, que antes eran solo ciencia ficción, ahora son una amenaza tangible para la veracidad de la información y la confianza en los medios.