En los rincones más lejanos del sistema solar, donde el sol apenas llega a calentar, las cosas pueden volverse bastante extrañas. Durante años, los astrónomos han observado objetos rocosos orbitando de formas muy poco usuales, y muchos han atribuido estas órbitas extrañas a la influencia de un Planeta Nueve desconocido, un gigante oculto en los confines de nuestro sistema solar. Pero, ¿y si ese planeta no existe en absoluto?