Las compras online no son un favor para tus clientes, son tu obligación

En paí­ses del primer mundo esto de las compras y ventas online ya es algo más común que salir a una tienda fí­sica. Sin embargo, en paí­ses “menos desarrollados” como los paí­ses de Latinoamérica, apenas se está popularizando lo suficiente para que cualquiera pueda hacer uso de ellas tanto como los del primer grupo. Ya se ha logrado con la compra de pasajes en avión, seguramente por la influencia de las relaciones internacionales que las aerolí­neas requieren, pero en algunos sectores parece que se viera el tema simplemente como otra oportunidad para cobrar más de la cuenta.

Pues bien, la presente crí­tica que parte de dos ejemplos especí­ficos de cómo la avaricia puede más que un buen y justo servicio, busca hacer que más de un responsable de las decisiones que toma su organización, reflexione sobre las estrategias que implementa al querer entrar a competir en el mundo web subestimando la inteligencia y la paciencia de sus usuarios.

Primer caso: Boletos de cine

Los boletos de cine en Colombia son bastante baratos (entre 3 a 6 US$ por ticket dependiendo del centro comercial en que se encuentre y sin contar salas especiales). De hecho, también hay buenas promociones como el 2×1, el miércoles de cine (todas las marcas exhibidoras lo aplican), descuentos por tener la respectiva tarjeta del cinema y descuentos por comprar tickets para funciones en horarios especiales. Sin duda, son detalles que promueven la asistencia y de paso la no piraterí­a.

Ahora, para comprar los tickets menos de cinco empresas ofrecen un servicio online: Una de ellas es una multinacional mexicana con bastante experiencia respecto a tecnologí­a y cobertura; Otra, la de mayor presencia en Colombia, apenas hasta hace un año renovó su plataforma de venta. La primera tiene precios fijos y una magní­fica aplicación web con un proceso de compra más que sencillo; La segunda cobra más de un dólar adicional por cada boleta comprada online, un tributo que titula “el servicio” que no es más que las gracias que “tienen” que dar los usuarios por la oportunidad de comprar dignamente (sin filas y escogiendo sus horarios preferidos) desde la comodidad de su hogar.

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Segundo caso: Boletas para conciertos

Sin duda, cuando se trata de reservas “el servicio” tiene sentido porque se entiende como la oportunidad de tener apartado un lugar, pero cuando se compran directamente los tickets y se debita su costo directamente desde una tarjeta de crédito/débito, 7.500 pesos adicionales (casi US$4) por comprar para un concierto una boleta que igualmente será necesario ir a reclamar fí­sicamente, con precios que no en pocas ocasiones superan los US$250 y con espacios que a veces ni llegan a cumplir los mí­nimos requerimientos de comodidad y salubridad, no son pocos lo que se sienten estafados.

El costo real del “servicio”

Por supuesto, no debemos desconocer lo costos de mantenimiento, del diseño del sitio web, del script personalizado que permite la compra de los tickets, del certificado de seguridad que hace tan confiables las transacciones, del servidor web, del manejo de las cuentas bancarias, etc., pero ni siquiera sumándolo todo se llega a superar lo que costarí­a tener locales de expendio en toda la ciudad (costos fijos, servicios públicos, pago de empleados, infraestructura, impuestos, etc.).

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Ticketscript, uno de las muchas plataformas que se consiguen para integrar la venta de entradas

Dos razones lo confirman: La primera es que como es un sistema automatizado, requerirá a algún especialista dispuesto a brindar soporte técnico y mantenimiento (los costos mensuales totales de la plataforma), pero nada más. Los perfiles de la empresa en redes sociales requieren de un community manager siempre presente, pero un script no necesita a una persona pendiente de cada transacción. En conclusión, cobrar por “el servicio” es mentir haciendo creer que es algo exclusivo, de hecho al representar un ahorro, una parte deberí­a ir a disminuir las tarifas como un mayor incentivo.

Llamado de atención: Cuando el servicio se vuelve avaricia

Lo segundo es que si fuese tan costoso, nadie usarí­a estos servicios de ventas online, ni siquiera el competidor mexicano que no sube ni un céntimo por comprar tickets online o las tiendas por departamento (locales e internacionales) que hasta hacen descuentos por compras en lí­nea. Es que las ventas online no son un obstáculo o un costoso problema que toca asumir porque es la tendencia, son sólo un fascinante espacio dispuesto para todos y del que se puede sacar un provecho dual (beneficios para los clientes y en consecuencia para la empresa) con algo de visión, creatividad, cuidado, inversión, atención y ni una pizca de avaricia. No tiene sentido alguno, ¿cómo promover una flamante plataforma virtual si al usuario le sale más caro comprar allí­ que caminar hasta el negocio?

La idea del artí­culo es muy simple: promover la toma de conciencia por aquellos representantes de las marcas de tickets o de cualquier otra área que piense que es un favor el que se le está haciendo a los clientes al mantener un plataforma online decente que les permita pagar un precio justo por acceder a su catálogo de productos y servicios. Por el contrario, es una obligación el prestar un buen servicio al cliente, y las compras online, sin recargos imaginarios basados en avaricia personal más que en saldos reales, son de las que más destacan en ese apartado.

Nota: La opinión del autor no necesariamente refleja la de WWWhat”™snew.