El propietario de X, anteriormente conocido como Twitter, Elon Musk, está en una encrucijada tecnológica y legal. Se debate entre acatar una nueva ley europea contra la desinformación o retirar su plataforma del bloque. Este dilema pone de relieve las tensiones entre la regulación gubernamental y la autonomía de las plataformas de redes sociales.
La Ley de Servicios Digitales (DSA) es una normativa de la Unión Europea que busca combatir el contenido dañino y la desinformación en línea. Establece directrices estrictas para las plataformas de redes sociales, obligándolas a tomar medidas proactivas para eliminar contenido perjudicial.
Según fuentes cercanas, Musk se siente «cada vez más frustrado» con las restricciones impuestas por la DSA. Retirar X de la UE podría evitar una multa que ascendería hasta el 6% de los ingresos globales de la compañía, una cantidad nada despreciable. En Europa Twitter tiene el 9% de sus usuarios, pero no hay números que indiquen qué porcentaje de sus ingresos vienen de Europa.
La Comisión Europea ha anunciado que está investigando el cumplimiento de X con la DSA. A pesar de las reuniones previas entre Musk y el jefe de la industria de la UE, Thierry Breton, parece que la paciencia de Musk se está agotando.
Retirar la plataforma del bloque podría tener serias implicaciones para la libertad de expresión y el acceso a la información en Europa, de eso no hay duda, pero desde que Musk tomó el control de X, ha tomado decisiones muy radicales, como el cierre de casi todas las oficinas globales y despidos significativos en el equipo de confianza y seguridad, por lo que no sería raro que Twitter desaparezca de Europa.
Lo que está claro es que la posible retirada de X de la UE no solo afectaría a la empresa y a sus usuarios, sino que también podría sentar un precedente en el siempre complicado equilibrio entre regulación y libertad en el ámbito digital.