Los cables de Internet que hay en el fondo del mar, usados para conectar continentes con fibra óptica, pueden usarse para algo muy útil, detectar terremotos antes de que afecten a la población.
Se trata de un estudio realizado por los sismólogos de Caltech y los expertos en óptica de Google, quienes han ideado un método que convierte los cables de comunicación submarinos en detectores de terremotos sin utilizar equipos especiales.
La idea es transformar los muchos cables que ya hay instalados en una red sísmica gigante. El 99% de toda la transmisión de datos en el extranjero se realiza mediante cables submarinos, por lo que sería una gran ayuda darle una segunda función a tanta estructura.
En el océano ya hay sismómetros terrestres, redes sísmicas oceánicas, pero las ondas de choque solo pueden moverse a la velocidad del sonido, lo que significa que hay muy poca advertencia en caso de que un tsunami amenace la costa. Si los cables submarinos pudieran detectar tales eventos, estarían mucho más cerca de la fuente y las advertencias llegarían a la costa a la velocidad de la luz.
La idea de usar cables submarinos no es nueva, pero la mayoría de las técnicas han requerido la instalación de equipos especiales, el uso de cables inoperativos o ambos.
Este nuevo sistema se basa en los cables de fibra óptica que las empresas de telecomunicaciones han tendido desde la década de 1980. Consiguen analizar la polarización de los pulsos a lo largo del cable hasta 20 veces por segundo, y cuando hay un cambio grande y repentino en la polarización, se sabe que hay un temblor acercándose o un tsunami formándose. Durante nueve meses, detectaron 20 terremotos de moderados a grandes a lo largo del cable, siendo el más grande un evento de magnitud 7,7 frente a la costa de Jamaica.
Ahora están creando un algoritmo de aprendizaje automático para permitir que los cables sean monitoreados automáticamente e ignorar cualquier perturbación causada por barcos o animales que muevan el cable.