Cada vez estamos más cerca de conseguir obtener el rostro perfecto de una persona a partir de un poco de DNA (una gota de sangre, un poco de piel, un pelo…).
Hace poco, en 2017, se encontró un esqueleto cerca de Baltimore, y eso presentó al mundo un ejemplo de una tecnología pionera que requiere solo una pequeña cantidad de ADN para crear una imagen de cómo podría verse una persona. Usando esa imagen, la policía pudo identificar a la víctima y luego arrestar a su asesino. Fue condenado y sentenciado a 30 años de prisión.
Esta técnica se ha usado varias veces en los últimos meses. Con una sola gota de sangre, se hizo una imagen compuesta que ayudó a las autoridades a atrapar a otro hombre que había agredido brutalmente a una adolescente de 17 años en Nuevo México, y se arrestó a un hombre acusado de asesinar a una mujer de 25 años en Texas. La tecnología se basa en el hecho de que el ADN tiene un conjunto específico de instrucciones para las características físicas de una persona, por lo que con una gota de sangre se pueden obtener miles pistas sobre cómo es el rostro de su dueño.
Comentan en la CNN el caso de Parabon NanoLabs, una de las compañías que ofrece esta tecnología y que ha estado trabajando con la policía desde 2015. El servicio, que cuesta alrededor de 3.000 dólares por imagen compuesta, ya ha ayudado en más de 40 casos.
Están consiguiendo introducir formas completamente nuevas de analizar el ADN forense. Van más allá de comparar lo que hay en las bases de datos con lo que se encuentre en la escena del crimen, y llegan a obtener datos sobre el color de ojos y cabello, cruzando incluso información de bases de datos públicas, como las de Ancestry.com.
El problema es que el consentimiento para llegar a esa información no es tan explícito y claro como debe ser, es posible que las personas que forman parte de Ancestry.com no sepan que su información se está utilizando de esta manera. Dejamos ADN en cualquier lado al que vamos, y algunas empresas pueden estar usándolo para aumentar su base de datos y compartirla con las autoridades, o, quien sabe, con empresas de publicidad que necesiten entrenar a algún sistema de inteligencia artificial.