Ya es más común ver bolígrafos capaces de imprimir en 3D gracias a la «tinta especial» que escupe. La filosofía de los mismos es semejante a la de una impresora 3D: no hay tinta, hay un tipo de plástico que endurece creando formas de diversos tipos, pero en el caso de los bolígrafos, quien mueve el plástico es la mano del usuario.
Lo que gana en flexibilidad, pierde en exactitud. Confiar en el pulso de una persona, sin posibilidad de borrar un trazo mal puesto, no es una buena idea para crear obras de arte, y con este proyecto que presentan en ieee.org, quieren solucionarlo.
Se trata es un robot que guía nuestra mano para evitar errores, tanto de pulso como de lugar exacto en el que tenemos que soltar el material. guidedhand es el nombre de la idea, y la presentan en este vídeo:
Como veis, el extremo del brazo sabe dónde se encuentra exactamente en el espacio 3D, y nos avisa si está a punto de cruzarse con otro objeto virtual en 3D o no. La sensación a la hora de mover el bolígrafo es semejante a la de mover un par de imanes fuertes uno cerca del otro: hay una fuerza invisible que empuja, pero que no obliga.
Una forma práctica de seguir rutas específicas, aunque aún no deja de ser un proyecto que puede no ver nunca el mercado.