Ya hemos visto como un programa simulando ser un niño de 13 años de Ucrania hablando inglés es capaz de confundir a un buen número de personas haciéndoles pensar que es un ser humano de verdad. Este hecho ha permitido garantizar que ha pasado el Test de Turing, una prueba creada hace décadas y que, interpretada de cierta forma, podría indicar que eso es suficiente para determinar si una máquina es o no inteligente, aunque esa interpretación es tan obsoleta como incompleta.
Mucho se ha escrito y discutido sobre cómo debería ser un «Test de Turing» actualizado, sobre qué tipo de preguntas deben realizarse para que una máquina pueda confundirse no con un ser humano, y sí con un ser humano inteligente (al fin y al cabo, de eso se trata), veamos algunos de los puntos clave.
Si pedimos a un programa que nos haga una poesía sobre las flores en verano, no podemos aceptar un «soy muy malo en poesía», si preguntamos algo extremadamente específico no podemos aceptar la respuesta «no lo sé, pero siempre estoy aprendiendo cosas nuevas»… y, como indicaron recientemente en Wired, no podemos permitir que la única forma de entrar datos sea vía texto, es necesario poder hablar, dejar que los sistemas de reconocimiento de voz hagan su trabajo.
Llegar a la conclusión de que una máquina es inteligente no puede basarse en respuestas recibidas basándose en la ignorancia y el desconocimiento. Hay muchos factores que deben considerarse: análisis de gestos faciales, reconocimiento de voz, interpretación de movimientos… interpretación de contexto, y eso es algo que las máquinas están lejos de conseguir.
Estamos en una época en la que las tabletas no entienden lo que preguntamos si tenemos un acento diferente al programado, en la que el reconocimiento de rostros está dando sus primeros pasos, en la que no hay muchos avances en lo que respecta a interpretación de movimientos… estamos en la época del conocimiento, de los datos, no de la inteligencia artificial. Estamos haciendo que las máquinas sepan cosas, no que las interpreten. Las máquinas de hoy procesan información, no la crean, y eso es fundamental para llegar a la conclusión de que «algo» es inteligente.
El test de turing es una bonita idea romántica, pero es necesario avanzar mucho más para poder hablar de máquinas inteligentes.
Estás confundiendo inteligencia con conocimiento. Un programa inteligente puede perfectamente no saber algo, pero debería poder aprenderlo. Por otro lado, el modo de comunicación es lo de menos. Un sordomudo que se comunica escribiendo no tiene porqué ser menos inteligente.