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OpenAI se adentra en la música generativa con una nueva herramienta basada en texto y audio

Ilustración surrealista sobre inteligencia artificial generativa con pincel, vídeo y música

OpenAI está desarrollando una herramienta que permitirá generar música a partir de indicaciones de texto y audio, según reveló recientemente el medio The Information. Esta iniciativa representa un nuevo paso en la exploración del cruce entre inteligencia artificial y expresión musical, ampliando las capacidades creativas disponibles tanto para profesionales como para usuarios no especializados.

El objetivo de este proyecto es facilitar la creación musical de una forma intuitiva: a partir de una descripción escrita o un fragmento de audio, la IA sería capaz de generar piezas musicales coherentes, que podrían utilizarse en distintos contextos, desde la producción de contenido audiovisual hasta la experimentación artística personal. Esto podría ir desde crear una base instrumental para un vídeo casero hasta acompañar con guitarras una voz previamente grabada.

Música generativa: la carrera entre gigantes

Aunque OpenAI ya había incursionado en modelos generativos musicales antes del lanzamiento de ChatGPT, este nuevo esfuerzo marca un cambio de enfoque, más cercano a la integración con sus herramientas actuales, como ChatGPT o Sora, su generador de video mediante texto. La posibilidad de crear un sistema que combine texto, imagen, video y ahora música generada por IA representa una convergencia sin precedentes.

En este campo, OpenAI no está solo. Empresas como Google, con proyectos como MusicLM, y startups como Suno también están invirtiendo esfuerzos en este tipo de tecnología. Lo que distingue a la propuesta de OpenAI es la posibilidad de interacción multimodal, es decir, que se puedan cruzar diferentes tipos de entradas (como texto y audio) para producir resultados más ricos y adaptados al contexto.

Datos musicales: el reto de la calidad

Uno de los grandes desafíos en el desarrollo de esta herramienta es la obtención de datos de entrenamiento adecuados. Para que una inteligencia artificial pueda aprender a componer música, necesita ejemplos bien etiquetados y anotaciones detalladas sobre estructura, ritmo, tono y emociones.

Según fuentes citadas por The Information, OpenAI está colaborando con estudiantes de la Juilliard School, una de las instituciones musicales más prestigiosas del mundo, para ayudar en la anotación de partituras. Este trabajo es clave para que el modelo aprenda no solo la teoría musical, sino también las sutilezas interpretativas que hacen que una composición cobre vida.

Este enfoque revela una preocupación por la calidad y la precisión. No se trata de generar sonidos al azar, sino de entender la música como lenguaje emocional y estructural, algo que requiere un nivel de detalle que va más allá de los algoritmos matemáticos tradicionales.

Usos posibles: del contenido comercial al arte colaborativo

Las aplicaciones de una herramienta como esta son tan amplias como la imaginación de sus usuarios. En el terreno del contenido digital, podría servir para agilizar la producción de bandas sonoras para vídeos en redes sociales, anuncios, videojuegos o cortos animados. Bastaría con escribir «melodía alegre al estilo folk con ritmo animado» para obtener una pista lista para usar.

Por otro lado, también abre puertas a formas de co-creación artística entre humanos e inteligencias artificiales. Músicos independientes podrían usar la herramienta como asistente para experimentar con nuevas armonías, estilos o ideas que, de otro modo, requerirían conocimientos técnicos avanzados o colaboraciones costosas.

Cuestiones abiertas: derechos, propiedad y ética

Como ocurre con otros productos basados en modelos generativos, esta tecnología plantea interrogantes sobre derechos de autor y propiedad intelectual. Si una composición se genera a partir de una descripción escrita, ¿quién es el autor? ¿El usuario? ¿La empresa que entrenó el modelo? ¿El modelo mismo?

La industria musical ya ha mostrado reticencias ante sistemas que utilizan catálogos existentes como base de entrenamiento. Por ello, la participación de instituciones como Juilliard podría ser también una forma de garantizar el uso ético de datos, priorizando obras creadas específicamente para el modelo o con autorización expresa.

También queda por ver si la herramienta estará disponible de forma independiente o integrada a productos como ChatGPT o Sora. Una versión independiente podría centrarse en usuarios musicales, mientras que una integración podría facilitar el acceso a una audiencia más general.

Una sinfonía en construcción

Aún no hay una fecha clara de lanzamiento ni se conocen todos los detalles técnicos de la herramienta, pero el interés creciente de OpenAI en el ámbito de la música generativa es una señal de que la creación musical por IA está tomando impulso. Lejos de reemplazar a los compositores, estas herramientas pueden convertirse en pinceles digitales para pintar melodías que antes solo existían en la imaginación.

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