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OpenAI endurece las reglas de copyright en Sora 2 tras polémicas por uso de personajes populares

reglas de copyright en Sora 2

El estreno de Sora 2, la nueva herramienta de generación de videos con inteligencia artificial de OpenAI, comenzó con entusiasmo y terminó atrapado en una tormenta de críticas. La plataforma, que funciona como una especie de TikTok con clips generados por IA, atrajo a millones de usuarios curiosos por crear videos hiperrealistas protagonizados por personajes conocidos de la cultura pop. Desde Pikachu cocinando en un programa al estilo «Breaking Bad» hasta versiones animadas de Super Mario en persecuciones policiales, la creatividad se desató sin control. Pero no pasó mucho tiempo antes de que el debate sobre los derechos de autor ocupara el centro del escenario.

La reacción de los usuarios y la respuesta de OpenAI

La facilidad con la que los usuarios podían insertar personajes famosos en escenarios absurdos o paródicos captó rápidamente la atención de internet. Sin embargo, lo que parecía un paraíso creativo pronto se convirtió en una fuente de tensión legal. Grandes estudios y propietarios de franquicias comenzaron a manifestar su descontento, alertando sobre posibles violaciones a la propiedad intelectual.

Sam Altman, CEO de OpenAI, anunció días después del lanzamiento que la empresa ajustaría su política para permitir un mayor control por parte de los titulares de derechos. En una entrada en su blog, explicó que se adoptaría un modelo más granular, similar al sistema de consentimiento para el uso de la imagen de personas, pero enfocado en personajes y franquicias protegidas por copyright. Esta medida apunta a permitir que los creadores decidan con precisión en qué condiciones sus personajes pueden ser utilizados por el sistema.

Del entusiasmo al desencanto

Aunque OpenAI presentó estos cambios como una manera de proteger a los creadores originales, la medida no fue bien recibida por todos. Muchos usuarios, especialmente los más activos, expresaron su frustración en redes sociales y plataformas como Reddit, acusando a la empresa de censurar contenidos de forma excesiva. Algunos incluso consideraron que OpenAI había generado deliberadamente una ola de entusiasmo para luego aplicar restricciones severas, una táctica que varios ya habían percibido en lanzamientos anteriores de la compañía.

Las críticas se reflejaron en la calificación de la app, que cayó rápidamente en la App Store, llegando a una media de 2,9 estrellas. La experiencia para los usuarios pasó de ser un juego libre y caótico a una plataforma limitada, donde los filtros automáticos impedían incluso peticiones aparentemente inocuas.

Un campo minado legal y cultural

La controversia con Sora 2 no es un caso aislado. OpenAI ya enfrenta demandas importantes, como la del New York Times, por el uso no autorizado de contenidos en el entrenamiento de sus modelos. En el caso de Sora, la reproducción de personajes protegidos por derechos de autor en contextos satíricos o fuera del canon original pone a prueba los límites entre el uso justo y la infracción.

La situación es especialmente delicada en Japón, donde la relación entre cultura popular y propiedad intelectual es intensa. El propio Altman reconoció la profunda conexión emocional de los usuarios con el contenido japonés, destacando la relevancia global de las producciones del país. Sin embargo, empresas como Nintendo se mantuvieron firmes, asegurando que seguirán tomando medidas legales cuando se infrinjan sus derechos, sin importar si hay IA de por medio.

La preocupación no es solo empresarial. El legislador japonés Akihisa Shiozaki advirtió sobre los posibles problemas políticos y legales que pueden derivarse de este tipo de usos, subrayando la necesidad de proteger a los creadores locales frente a herramientas tecnológicas que se mueven más rápido que la legislación.

Un equilibrio difícil de mantener

El desafío para OpenAI no es menor. Por un lado, está el deseo de ofrecer una herramienta potente y accesible para la expresión creativa. Por otro, el riesgo de facilitar la copia y modificación de obras protegidas que forman parte del tejido cultural global. La compañía parece oscilar entre estos dos extremos, intentando adaptar sus reglas sobre la marcha, mientras lidia con la presión de estudios de cine, desarrolladoras de videojuegos y gobiernos.

En declaraciones recientes, Altman insinuó que algunos titulares de derechos no solo no están molestos, sino que incluso quieren que sus personajes aparezcan más en Sora. Según él, hay casos en los que el temor es no tener suficiente presencia en estos nuevos entornos generativos. Sin embargo, esta visión no parece compartida por todos, y la falta de un sistema claro y consensuado genera confusión tanto entre los usuarios como entre los estudios.

El futuro de la generación de video con IA

La historia de Sora 2 ilustra los dilemas que enfrentan las tecnologías de generación de contenido a medida que se integran en el día a día digital. Lo que comienza como una herramienta lúdica puede tener implicaciones legales profundas, y lo que se presenta como un avance técnico se convierte rápidamente en un problema ético y comercial.

Por ahora, OpenAI parece estar en modo reactivo, ajustando políticas luego de cada incidente, en lugar de anticipar los conflictos. A medida que los modelos de IA sigan ganando capacidades, será cada vez más urgente establecer marcos legales y normativos que aclaren qué se puede hacer, qué no, y bajo qué condiciones.

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