Stonehenge, esa icónica estructura prehistórica situada en el sur de Inglaterra, sigue fascinando a arqueólogos y curiosos de todo el mundo. Sus imponentes piedras han desafiado el paso del tiempo, pero muchas preguntas aún permanecen sin respuesta: ¿Qué sucedió con las piedras que faltan? ¿Por qué algunas parecen haber desaparecido por completo? Desde WWWhatsnew, queremos adentrarnos en esta historia de descubrimientos y teorías para intentar arrojar algo de luz sobre uno de los mayores misterios de la humanidad, que aunque no está relacionado con la tecnología, es un tema que siempre nos levanta pasiones.
Un diseño pensado para impresionar
Hoy en día, visitar Stonehenge en el solsticio de invierno es una experiencia única. Durante este evento, el sol se alinea de manera precisa con las piedras, creando un espectáculo visual que parece haber sido diseñado deliberadamente por sus constructores hace 4,500 años. Sin embargo, los arqueólogos han descubierto que la estructura original era mucho más compleja y completa de lo que podemos observar ahora.
Por ejemplo, el solsticio estaba señalado por varias parejas de megalitos adicionales, los más altos y cuidadosamente tallados del lugar. Hoy, solo queda uno de ellos, conocido como la Piedra 56, que muestra un saliente que alguna vez encajó en una enorme piedra horizontal. Las demás, aparentemente, desaparecieron con el tiempo.
¿Cómo sabemos que faltan piedras?
La idea de que faltan piedras en Stonehenge no es nueva. Ya en el siglo XVII, John Aubrey, un estudioso de la época, observó cinco «huecos» dentro del anillo que rodea la estructura y especuló que alguna vez albergaban megalitos. Posteriormente, las excavaciones del siglo XX confirmaron la existencia de hoyos dispuestos en círculos, aunque no se llegó a un consenso sobre si estos habían sostenido piedras o simplemente eran parte del diseño.
En las décadas de 1950 y 1960, restauraciones y nuevas excavaciones revelaron que algunos megalitos habían sido reubicados en diversas épocas. Otros parecían haber sido retirados, dejando huecos que sugerían una configuración más ambiciosa de la que conocemos actualmente.
Restauraciones y pistas recientes
Entre 1901 y 1964, los administradores de Stonehenge emprendieron trabajos de restauración para evitar que algunas piedras colapsaran. Durante estas intervenciones, se descubrieron hoyos y bases de piedras que habían sido removidas, confirmando que al menos algunas de las ausencias no eran accidentales.
En 2013, un curioso descubrimiento vino de la mano de un fenómeno natural. Tras una primavera y un verano lluviosos, el césped seco alrededor de Stonehenge reveló marcas que coincidían con las ubicaciones de piedras faltantes. Este hallazgo reforzó la hipótesis de que el círculo completo alguna vez estuvo formado por piedras de menor calidad, más fáciles de romper y posiblemente reutilizadas en épocas posteriores.
El misterio del Altar Stone y los bluestones
La composición de las piedras también aporta pistas interesantes. Las más grandes, conocidas como sarsens, son de arenisca dura y local. Estas son las que forman el perfil característico de Stonehenge. Por otro lado, las bluestones, más pequeñas y transportadas desde el suroeste de Gales, son más frágiles y susceptibles al desgaste.
Uno de los hallazgos más fascinantes fue el del Altar Stone, una piedra arenisca única que se pensaba provenía de Gales. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que esta piedra viajó desde el noreste de Escocia, convirtiéndola en el megalito con el recorrido más extenso hasta el sitio. Este descubrimiento fue posible gracias al análisis de pequeños fragmentos recolectados en el siglo XIX y en excavaciones posteriores.
¿Qué pasó con las piedras perdidas?
Las teorías sobre el destino de las piedras son variadas. Algunas pudieron ser reutilizadas para construcciones locales. También existen registros de visitantes que en siglos pasados extraían fragmentos como recuerdos. Incluso se ha sugerido que algunas piedras se rompieron deliberadamente para obtener trozos que se creían poseían propiedades curativas.
Curiosamente, a pesar de los esfuerzos por rastrear los sarsens desaparecidos, ninguno ha sido hallado fuera del área de Stonehenge. Esto contrasta con los bluestones, de los cuales se han encontrado fragmentos en distintos contextos arqueológicos, lo que sugiere un uso extendido o una destrucción temprana.
A pesar de los avances tecnológicos y los numerosos estudios realizados, Stonehenge sigue siendo un enigma. Cada descubrimiento plantea nuevas preguntas y abre la puerta a teorías más complejas. Desde WWWhatsnew, creemos que este misterio es parte de lo que hace de Stonehenge un lugar tan especial: no solo es un testimonio de la ingeniería y organización de las sociedades antiguas, sino también un recordatorio de lo mucho que aún queda por aprender sobre nuestro pasado.