Barcelona es una ciudad vibrante y llena de turistas, muchos de los cuales optan por hospedarse en alojamientos a través de la plataforma Airbnb. El reciente análisis del portal independiente Inside Airbnb revela una cifra significativa sobre la cantidad y distribución de estos alojamientos en la ciudad condal.
Inside Airbnb muestra que en Barcelona hay un total de 18,321 alojamientos anunciados en la plataforma, lo que incluye tanto habitaciones individuales como pisos completos. De estos, un 60% corresponde a viviendas completas, que tienen un precio medio de 138 euros por noche y son alquiladas aproximadamente durante 103 noches al año. Los barrios de Ciutat Vella y Eixample se destacan por concentrar una gran parte de la oferta, aunque la distribución en el centro de la ciudad es bastante homogénea.
Regulaciones y normativas actuales
La Generalitat de Catalunya ha implementado normativas recientes para regular la actividad de estos alojamientos turísticos. Desde 2024, es obligatorio registrar todos los pisos turísticos mediante una declaración responsable, incluyendo cédula de habilidad y demostración de que los inmuebles están amueblados y no se alquilan por habitaciones. Sin embargo, un 27,9% de los anuncios no cumple con este último requisito. Además, se ha introducido un sistema de licencias renovables cada cinco años, con un régimen transitorio de cinco años que podría extenderse bajo ciertas condiciones.
Impacto en el mercado de alquiler local
La regulación no solo busca ordenar el mercado de alquiler turístico sino también mitigar el impacto en el mercado de alquileres de larga duración. La Generalitat también aprobó un decreto en abril que limita los alquileres temporales a usos de ocio, vacaciones o congresos profesionales, en un intento de controlar la escalada de precios en el mercado inmobiliario, que ha visto duplicarse en la última década. Basta con consultar los datos de Barcelona.
Comparación con otras ciudades
No solo Barcelona ha tomado medidas para regular el alquiler de pisos turísticos. Ciudades como Amsterdam y Nueva York también han implementado regulaciones estrictas. Por ejemplo, Amsterdam ha establecido un máximo de 30 días al año para el alquiler turístico de viviendas privadas, mientras que Nueva York prohíbe la mayoría de los alquileres de corto plazo en edificios residenciales para combatir la escasez de viviendas asequibles.
Este tipo de regulaciones busca equilibrar los beneficios del turismo con la protección de los residentes locales y la preservación del carácter residencial de los barrios, aunque dudo mucho que lo consigan.