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Trump odia a Facebook, pero le compra anuncios. Biden odia a TikTok, pero se crea una cuenta

En la política y en las redes sociales lo absurdo a menudo se convierte en el pan de cada día. Ahora nos encontramos con dos figuras prominentes cuyas acciones desafían toda lógica… o quizás, simplemente nos recuerdan que en la política, la coherencia es tan rara como una app sin actualizaciones mensuales. Sí, estamos hablando de Donald Trump y Joe Biden, dos líderes que, a pesar de sus claras desavenencias con Facebook y TikTok, respectivamente, parecen haber adoptado un enfoque de «si no puedes con ellos, úneteles»… o más bien, «úsales a tu favor».

Por un lado, tenemos a Donald Trump, quien no ha dudado en calificar a Facebook como «enemigo del pueblo», lanzando acusaciones y teorías conspirativas con la misma facilidad con que uno podría deslizar por las historias de Instagram. A pesar de esto, parece que Trump no puede resistirse a los encantos de la publicidad en la plataforma, invirtiendo cantidades considerables en anuncios que promueven hasta concursos para ganar banderas estadounidenses que, según él, ha «acariciado» afectuosamente. Este acto de «haz lo que digo, pero no lo que hago» alcanza niveles de hipocresía dignos de un reality show de baja calidad, donde la coherencia argumental es sacrificada en el altar del drama y la atención mediática.

Del otro lado del espectro político, tenemos a Joe Biden, cuya administración ha emitido advertencias sobre los peligros de TikTok y ha prohibido la aplicación en dispositivos gubernamentales, citando preocupaciones de seguridad nacional tan extensas como el menú de opciones de privacidad de la app. Sin embargo, en un giro digno de una novela de suspense, la campaña de reelección de Biden ha decidido abrir una cuenta oficial en TikTok, aparentemente siguiendo el viejo adagio de «si no puedes vencerlos en el debate, hazte viral en su plataforma«. Esta decisión resalta la ironía de una situación donde la seguridad nacional toma asiento trasero frente a la búsqueda de likes y seguidores entre el electorado joven.

Cuenta de tiktok de Biden

Estos actos de aparente contradicción entre lo que se dice y lo que se hace subrayan una verdad universal en la era digital: cuando se trata de captar la atención del público, todas las plataformas son válidas, incluso aquellas que se critican públicamente. En este teatro de lo absurdo, donde los discursos políticos se entrelazan con las estrategias de marketing digital, Trump y Biden nos demuestran que, como siempre, lo que realmente importa es mantenerse relevante en el feed de noticias, sin importar las incongruencias que esto pueda revelar.

Así, mientras Trump continúa financiando su presencia en el «enemigo del pueblo» y Biden baila al ritmo de los challenges en TikTok, el resto de nosotros nos quedamos contemplando el espectáculo, recordando que en política, al igual que en las redes sociales, lo único constante es la sorpresa. Y tal vez, solo tal vez, la verdadera lección aquí sea que en el mundo de la política 2.0, los principios pueden ser tan flexibles como las políticas de privacidad de nuestras aplicaciones favoritas.

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