Durante los últimos años he seguido de cerca la evolución de plataformas como Airbnb, una plataforma que ha crecido de forma impresionante en la ciudad en la que vivo, Barcelona. Ahora las cosas se han puesto algo complicadas para el proyecto.
La reciente medida de la Generalitat de Catalunya es un claro ejemplo de cómo la regulación local puede influir directamente en el modelo de negocio de gigantes de la economía colaborativa.
Barcelona, una ciudad que se ha convertido en sinónimo de turismo internacional, está en el punto de mira con esta nueva normativa. Aquí, donde residen 9.000 de los pisos turísticos de Catalunya, el impacto se anticipa significativo. La norma, que limita la duración de las licencias a cinco años, podría resultar en la desaparición de aproximadamente 28.000 apartamentos turísticos que exceden el nuevo límite impuesto de 10 pisos por cada 100 habitantes.
Los propietarios de pisos turísticos en Catalunya enfrentarán un panorama distinto. Hasta ahora, bastaba con una declaración responsable y una cédula de habitabilidad para operar. Sin embargo, el escenario cambia drásticamente con la nueva legislación. Los ayuntamientos tendrán la potestad de renovar o denegar licencias basándose en criterios de planificación urbana y disponibilidad de suelo para vivienda.
El proceso para mantener un piso turístico en regla será más exigente. Pasar de una declaración responsable a una licencia renovable requerirá de una gestión más meticulosa y, probablemente, de una inversión adicional para cumplir con los nuevos estándares.
Por otro lado, operar sin licencia ya no será una opción menor. La normativa establece sanciones graves para aquellos que desafíen las reglas, una medida disuasoria que busca preservar el tejido residencial de los municipios catalanes.
Para aquellos propietarios que no hayan podido amortizar sus inversiones, se abre una ventana: una prórroga de cinco años. Aunque, siendo realistas, la situación económica actual y el modelo de negocio de plataformas como Airbnb sugieren que serán pocos los que puedan acogerse a esta excepción.
Como observador del impacto tecnológico en la sociedad, me pregunto cómo afectará esta normativa a la estrategia de Airbnb en Catalunya. ¿Veremos una disminución de su oferta? ¿Cómo reaccionarán los usuarios y los propietarios ante estas restricciones? Lo que está claro es que el equilibrio entre turismo y calidad de vida residencial está en la balanza, y Catalunya ha decidido tomar cartas en el asunto.