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Imágenes de satélites revelan cientos de fuertes romanos en Oriente Medio

ciudad antigua

Un estudio reciente ha sacado a la luz cientos de fuertes romanos en los desiertos de Siria e Irak, desafiando las teorías convencionales sobre la función de estas estructuras en la antigua Roma. Este descubrimiento no solo reescribe un capítulo de la historia romana, sino que también ofrece una nueva perspectiva sobre cómo las fronteras funcionaban en la antigüedad.

Hasta ahora, la comprensión predominante de las fortificaciones romanas en Oriente Medio se basaba en el trabajo del arqueólogo francés Antoine Poidebard. En 1934, Poidebard identificó 116 fuertes romanos y propuso que servían como una línea defensiva contra amenazas externas como los partos y los sasánidas.

El avance significativo en este campo provino de la tecnología satelital de la Guerra Fría. Los satélites espías CORONA y HEXAGON de Estados Unidos, operativos entre 1960 y 1986, capturaron imágenes detalladas que revelaron casi 400 fuertes romanos adicionales en la región.

Contrario a la creencia popular, estos fuertes recién descubiertos no parecen haber servido como barricadas defensivas. Más bien, actuaban como centros de comercio, centros de movimiento de tropas y nodos de comunicación. Esto sugiere que la frontera oriental romana era un espacio dinámico, definido más por el flujo de personas y bienes que por líneas defensivas fijas.

Este descubrimiento arroja luz sobre la ineficacia histórica de construir muros masivos para la seguridad fronteriza. En lugar de ofrecer una solución a los problemas de seguridad, estos muros a menudo han demostrado ser contraproducentes, una lección que podría ser relevante para el debate contemporáneo sobre la seguridad fronteriza.

La Visibilidad de los Fuertes Romanos desde Satélite

Uno de los aspectos más fascinantes de este descubrimiento es la capacidad de los satélites para revelar estructuras que han estado ocultas o inaccesibles durante siglos. Pero, ¿cómo es posible que estos fuertes romanos sean visibles desde el espacio?

Los satélites espías CORONA y HEXAGON utilizados en este estudio estaban equipados con tecnología de imagen de alta resolución. Estos satélites fueron diseñados durante la Guerra Fría principalmente para fines de inteligencia y espionaje, lo que requería una capacidad de resolución extremadamente alta para capturar detalles finos en la superficie de la Tierra.

Los fuertes romanos en Siria e Irak se encuentran principalmente en regiones desérticas, donde la erosión y la vegetación son mínimas. Esto ha ayudado a preservar las huellas de estas estructuras antiguas, haciéndolas más fácilmente detectables desde el espacio. Además, las características arquitectónicas de los fuertes, como muros y fosos, crean contrastes visuales que los satélites pueden capturar.

Una vez capturadas, las imágenes satelitales pasan por un proceso de análisis y procesamiento de datos. Los algoritmos de procesamiento de imágenes pueden mejorar aún más la resolución y el contraste, permitiendo a los investigadores identificar y estudiar las estructuras en detalle. Este análisis puede incluir la comparación con mapas y datos históricos para confirmar la identidad y el propósito de las estructuras observadas.

La combinación de tecnología satelital con la arqueología y la historia permite un enfoque interdisciplinario que enriquece la comprensión de estos hallazgos. No solo se trata de identificar estructuras, sino también de contextualizarlas dentro de la historia y la cultura romanas.

El caso es que no solamente podemos recibir ayuda de estos satélites, el LiDAR está dándonos muchas alegrías a los aficionados a la arqueología.

La Contribución del LiDAR en la Arqueología y el Estudio de Fuertes Antiguos

LiDAR (Light Detection and Ranging) es una tecnología de teledetección que utiliza pulsos de luz láser para medir distancias entre el sensor y la superficie de la Tierra. Estos datos se pueden utilizar para crear modelos tridimensionales de alta resolución del terreno y las estructuras en él.

En el campo de la arqueología, el LiDAR ha revolucionado la forma en que los investigadores descubren y mapean sitios antiguos. A diferencia de los métodos tradicionales que requieren excavaciones físicas, el LiDAR permite un estudio no invasivo del terreno. Esto es especialmente útil en áreas donde los sitios arqueológicos están cubiertos por vegetación o son inaccesibles debido a condiciones geográficas difíciles (el Amazonas, por ejemplo).

El LiDAR es capaz de penetrar la vegetación y otros obstáculos superficiales para revelar estructuras ocultas debajo. Esto ha llevado al descubrimiento de ciudades antiguas, carreteras y, sí, también fuertes y fortificaciones. En el contexto de los fuertes romanos en Siria e Irak, el LiDAR podría ser una herramienta invaluable para proporcionar detalles adicionales que las imágenes de satélite no pueden capturar, como características subterráneas o la topografía exacta dentro de los fuertes.

Una vez que se han identificado estructuras mediante imágenes de satélite, el LiDAR puede utilizarse para validar estos hallazgos. Los modelos 3D generados a partir de datos de LiDAR pueden ayudar a los arqueólogos a entender mejor la funcionalidad de estas estructuras, desde sistemas de drenaje hasta patrones de construcción, lo que aporta un contexto adicional que las imágenes bidimensionales no pueden ofrecer.

El uso de LiDAR en la arqueología no solo acelera el proceso de descubrimiento sino que también abre nuevas vías para la investigación interdisciplinaria, combinando tecnología de punta con estudios históricos y culturales. A medida que la tecnología continúa avanzando, es probable que veamos más aplicaciones del LiDAR en el estudio de la historia antigua, desde la validación de nuevos sitios hasta la reconstrucción virtual de ciudades y fortificaciones antiguas.

El descubrimiento no solo tiene implicaciones para la historia y la arqueología, sino que también podría servir como un punto de reflexión para los debates contemporáneos sobre la geopolítica y la gestión de fronteras. Nos recuerda que las fronteras, más que líneas en un mapa, son zonas complejas influenciadas por una variedad de factores, desde el comercio hasta las relaciones diplomáticas.

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