Investigadores de todo el mundo han llevado la transmisión de datos a un nuevo nivel, logrando la asombrosa velocidad de 1.7 petabits a través de un cable de fibra óptica estándar de 67 km. Para tener una idea, eso es como tener 17 millones de conexiones de internet de banda ancha funcionando simultáneamente.
El diseño innovador de la fibra óptica
La innovación radica en un cambio de diseño. Mientras que los cables tradicionales tienen un solo núcleo que lleva múltiples señales de luz, este nuevo tipo de cable consta de 19 núcleos, cada uno capaz de portar una señal independiente. Así, se consigue una notable mejora en la capacidad del cable sin comprometer el tamaño global de la fibra, lo que significa que puede integrarse en la infraestructura existente sin la necesidad de cambios significativos.
La ventaja no se limita solo al incremento en la capacidad de transmisión. El nuevo diseño requiere menos procesamiento digital, lo que significa una disminución en la energía requerida por bit transmitido. Este aspecto es crucial en una época donde la eficiencia energética es una prioridad en todas las industrias.
Un chip de vidrio esencial
El nuevo diseño del cable no habría sido posible sin el desarrollo de un chip de vidrio por parte de investigadores de la Universidad Macquarie en Sydney. Este componente esencial permitió que las señales se alimentaran en cada uno de los 19 núcleos simultáneamente, con pérdidas de luz uniformemente bajas.
Las implicaciones del avance
Esperamos ver la implementación de esta tecnología en los cables submarinos en la próxima década, posibilitando la transmisión de grandes volúmenes de datos a través de largas distancias. Pero las posibles aplicaciones van mucho más allá. La tecnología subyacente puede utilizarse en campos tan diversos como la investigación espacial, la detección de enfermedades y el mantenimiento de infraestructuras.
Este avance no solo desafía los límites de la velocidad de transmisión de datos, sino que también plantea la posibilidad de transformar por completo la forma en que abordamos la infraestructura digital. Si el pasado nos sirve de guía, estamos presenciando solo el comienzo de una revolución que podría cambiar todo, desde cómo consumimos contenido digital hasta cómo abordamos problemas médicos y de infraestructura complejos.
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