China ha intensificado su lucha contra la desinformación en las redes sociales al eliminar 1.4 millones de publicaciones y desactivar alrededor de 67,000 cuentas en su última purga. La Administración del Ciberespacio de China (CAC) ha llevado a cabo estas acciones masivas para combatir el aumento de la desinformación y otros contenidos perjudiciales. Sin embargo, esta medida ha sido criticada por grupos de derechos humanos y expertos, quienes consideran que las acciones de censura política son demasiado amplias.
La CAC ha dirigido su atención a los usuarios de plataformas como WeChat, Douyin y Weibo, que compartían información de noticias no aprobada por el Estado. Estos usuarios, clasificados como «auto medios» de manera críptica por la CAC, han sido el objetivo de esta represión. La purga se llevó a cabo tras una investigación de dos meses de la CAC sobre informes de desinformación, suplantación de identidad y actividades ilegales que se difundían en estas plataformas. De las 67,000 cuentas desactivadas, se informa que alrededor de 8,000 fueron eliminadas por difundir «noticias falsas, rumores e información perjudicial».
Además de las cuentas de usuarios, la CAC también ha tomado medidas contra cientos de miles de cuentas que suplantaban negocios e instituciones públicas. Los propietarios de estas cuentas han sido sancionados y se les ha restringido su capacidad para publicar. Se descubrió que alrededor de 25,000 cuentas se hacían pasar por centros de investigación y otras instalaciones médicas, mientras que otras 13,000 fingían ser cuentas militares. La CAC también identificó casi 187,000 cuentas que intentaban hacerse pasar por organizaciones de noticias y otras 430,000 cuentas que ofrecían servicios profesionales y educativos sin las calificaciones adecuadas. Como resultado de estas acciones, algunas cuentas han perdido seguidores o la capacidad de monetizar sus perfiles.
La regulación de contenido en las redes sociales en China no se limita solo a esta última purga. A principios de este año, la CAC anunció que sancionaría a los usuarios que «manipulen deliberadamente la tristeza» u otras emociones en sus publicaciones, si estas pueden perjudicar la reputación del gobierno. Estas restricciones surgieron después de que publicaciones virales que documentaban las dificultades de vivir en la pobreza en China generaran preocupación en las autoridades. Incluso los bloggers críticos del gobierno, como Ruan Xiaohuan, que podrían clasificarse como «auto medios» según la CAC, han enfrentado represalias, con casos de arrestos y condenas.
La creciente represión en las redes sociales y otras plataformas en China plantea interrogantes sobre el equilibrio entre la seguridad estatal y la libertad de expresión. Aunque es comprensible que los gobiernos busquen abordar la desinformación y los contenidos perjudiciales, es fundamental garantizar que estas medidas no se conviertan en herramientas de censura política que restrinjan la libertad de expresión y el acceso a información independiente.
El caso de China refleja los desafíos que enfrentamos en la era digital, donde la regulación de contenidos debe equilibrarse con los derechos fundamentales de los ciudadanos. Es crucial encontrar enfoques que aborden las preocupaciones legítimas de seguridad y desinformación, sin menoscabar la libertad de expresión ni restringir el acceso a información diversa y valiosa.
Vía Reuters