Durante el congreso de ciudades inteligentes al que fui la semana pasada me encontré con varios vehículos autónomos, robots de Pal Robotics que daban la bienvenida a los eventos, al robot perrito de Boston Dynamics… pero los camareros seguían siendo humanos.
No ocurre lo mismo en la ciudad iraquí de Mosul, donde es posible ver a robots deslizándose de un lado a otro en un restaurante, sirviendo bebidas y comidas a los clientes.
El robot, al acercarse a los clientes, da la bienvenida y suelta frases como «Le deseamos un buen momento en nuestro restaurante» o «Estaremos encantados de conocer su opinión sobre la calidad del servicio». Cuentan con ojos rojos que van cambiando de expresión, y aunque sus movimientos no sean extremadamente flexibles, consiguen realizar el trabajo sin chocar con nadie.
Los robots no son de fabricación nacional, pero tampoco cuentan de dónde vienen. El restaurante White Fox ha apostado por una experiencia digital al máximo, con 15 mesas de pantalla táctil con menús integrados y la experiencia del equipo del departamento de mecatrónica de la Universidad de Mosul, que integra varios campos de la ingeniería y la robótica. Fueron desde dicha universidad desde donde realizaron la programación y la conexión a la red y a un servidor del restaurante.
Los robots, de momento, no son capaces de recoger los platos de las mesas, eso lo hacen humanos, pero sí consiguen agilizar el trabajo a la hora de ir a la cocina y volver con la bandeja llena.