Al momento de pensar en contaminación atmosférica la mayoría de nosotros solo tomamos en cuenta las emisiones terrestres, pasando por alto aquellas generadas por las actividades de transporte marítimo, las cuales constituyen un 3% del total registrado mundialmente.
Dentro del transporte marítimo la combustión de fueloil pesado en grandes motores diésel representa la principal fuente de emisiones, las cuales son dispersadas sobre el aire de las zonas costeras.
Así también, los óxidos de nitrógeno y azufre generados como resultado de esta acción contribuyen a la aparición de partículas nocivas conocidas como PM2.5 que pueden ocasionar enfermedades respiratorias y cardiovasculares al ser inhaladas por las personas.
Es por ello que resulta necesario que los gobiernos de los distintos países determinen el impacto que pudieran tener las actividades provenientes de este sector en ambos escenarios dentro de un análisis global integrado. Esto, en un intento por revertir las incidencias provocadas por las emisiones procedentes del transporte marítimo sobre la calidad del aire y la salud de las personas
En ese sentido, se llevó a cabo un estudio que contempló este análisis, en el cual científicos a cargo aplicaron un proceso de 3 pasos. El primero de ellos fue la creación de inventarios globales de emisiones generadas por buques nacionales e internacionales que llevaron a cabo actividades marítimas durante el año 2015.
El segundo fue la aplicación de un modelo de química atmosférica y transporte sobre estos datos para calcular las concentraciones de PM2.5 y el tercero la aplicación de un modelo para determinar la mortalidad atribuible a estas concentraciones de contaminantes.
Añadido a la tarea de calcular la calidad del aire marítimo y el impacto en la salud, los investigadores estudiaron los resultados arrojados y los contrastaron con las diferentes políticas de control de las emisiones del transporte marítimo en vigencia actualmente o que serán implementadas en un futuro próximo en diferentes regiones.
Al final el equipo determinó que podrían evitarse unas 30 mil muertes anuales siguiendo los protocolos descritos en la OMI 2020, una normativa internacional que restringe al 0,5% el contenido de azufre presente en el fueloil usado en el transporte marítimo. Sin embargo, esto solo representaría una ligera mejora, a diferencia de implementar restricciones en los óxidos de nitrógeno en base a la norma NOx de nivel III que ayudarían a evitar una cantidad de 33 mil muertes anuales.