Desde la aparición del COVID-19 se han desarrollado diferentes métodos para su detección: reacción en cadena de polimerasa, pruebas serológicas de anticuerpos, pruebas de antígenos y pruebas de saliva. Sin embargo, estos presentan limitaciones en cuanto al tiempo que tardan en arrojar sus resultados o el nivel de contagio que la persona debe presentar para poder determinar si posee o no el virus dentro de su organismo.
Sin embargo, existe un aparato que podría revolucionar el modo en que el proceso de detección del COVID-19 es llevado a cabo. Se trata de un microscopio digital capaz de detectar el virus en una gota de sangre gracias al uso de holografía y tecnología de aprendizaje profundo, brindando sus resultados en cuestión de minutos.
Sustentado en la microscopia holográfica digital, este equipo tiene el potencial para ser implementado en zonas que carezcan de instalaciones sanitarias apropiadas, así como en hospitales que puedan estar saturados de pruebas.
Bahram Javidi, miembro del IEEE y una de las personas involucradas en su desarrollo, señaló que su motivo para la creación de esta máquina fue el de facilitar la detección del COVID-19 en lugares que presentasen recursos limitados para efectuar estas pruebas (algunas partes de África y Asia).
Añadido a esto, Javidi señaló también «Quería encontrar una forma de analizar rápidamente el virus a partir de una gota de sangre mediante un sistema de identificación de enfermedades asequible, portátil y rápido.»
Fue así como Javidi y el resto del equipo se dieron a la tarea de crear esta máquina, la cual utiliza componentes que resultan asequibles de adquirir, tales como una cámara, un diodo laser, una placa de vidrio, una lente objetivo y un sensor de imagen CMOS. En lo que se refiere al cuerpo del microscopio, este puede elaborarse con ayuda de una impresora 3D.
Cuando entra en funcionamiento la luz del diodo laser presente en el equipo holográfico atraviesa la muestra de sangre para luego ampliarla con ayuda de la lente objetiva.
Después, se produce un rebote de la luz en la parte delantera y trasera del cristal, resultando esto en dos copias de la luz que atraviesan la muestra. Esto genera un holograma que luego es captado por un sensor de imagen. Cabe destacar que un técnico puede generar un perfil 3D de la muestra manipulando computacionalmente el holograma generado.