¿De qué manera la digitalización cambia las exigencias respecto a la educación?
Los cambios científicos y tecnológicos de los últimos años plantean grandes y complejos problemas a los especialistas, entre los cuales se encuentra la necesidad de desarrollo continuo de las competencias profesionales, incluso después de obtener un título de educación superior o de formación profesional.
Nuevas profesiones
La aparición y el desarrollo de nuevas profesiones depende directamente del grado de importancia de ciertas tecnologías de innovación concretas para el mercado. Por lo tanto, resulta absolutamente obvia la demanda de ingenieros y desarrolladores de software que diseñen y mantengan sistemas de análisis de datos en tiempo real, el Internet industrial y demás tecnologías de la época de la cuarta revolución industrial. En las esferas sociales se apuesta claramente por el análisis de macrodatos, capaz de satisfacer por igual las necesidades de gerentes, economistas y expertos en finanzas y marketing. Es evidente que, actualmente, todas las competencias modernas en el marco de la economía digital están enfocadas en las habilidades profesionales de manejar información. Esto significa que el nuevo método de adquisición, transmisión, tratamiento o interpretación de la información generará nuevas profesiones, absolutamente necesarias para el mercado laboral.
Estos cambios no se refieren exclusivamente a los especialistas que participan directamente en el proceso de innovación y de alta tecnología. Es por ello por lo que nace la demanda de juristas capaces de trabajar en el ámbito de la propiedad intelectual en el entorno digital o de las técnicas financieras, así como de consultores expertos en gestión documental digital. Los expertos que trabajan con macrodatos y analítica avanzada ocupan posiciones ventajosas entre el grupo general de economistas, expertos en finanzas, sociólogos y politólogos. El hecho de que las competencias que tradicionalmente han sido propias del sector de las TI penetren en todos los ámbitos de la actividad profesional lleva a la aparición de nuevas tendencias. Por ejemplo, el término “Ciencias Humanas Digitales”, que actualmente se está poniendo de moda. Este término comprende la aplicación de tecnologías digitales complejas en los ámbitos de las Ciencias Humanas (Historia, Filología y Artes Plásticas).
No es sencillo elaborar una lista con los puestos de trabajo concretos que aparecerán en los próximos diez años. Solamente podemos asegurar que la ejecución de las operaciones tecnológicas será cosa de las máquinas, las cuales funcionarán bajo el control remoto de las personas.
Desafíos para las universidades
Ante los sistemas de educación actuales se plantea un serio desafío: enseñar aquellas habilidades profesionales que permitan lograr un puesto de trabajo digno en el mercado laboral moderno. En la práctica, se puede ver que las principales universidades estatales trabajan bajo condiciones de fuerte competencia y, por tanto, intentan adelantarse al momento. De esta manera, las universidades de orientación humanística están estableciendo una red de relaciones con universidades técnicas, lo que permite formar una generación de «humanistas» con toque técnico y de “técnicos” con conocimientos de Ciencias Humanas, un hecho que antes era incluso difícil de imaginar. Al mismo tiempo, la educación se traslada parcialmente al entorno interactivo: un desarrollo rápido de cursos abiertos online y de plataformas educativas en la nube están atrayendo las universidades al espacio digital. Lo más probable es que, en un futuro cercano, nos encontremos con la “duplicación” de universidades, es decir, con la presencia simultánea de una universidad clásica “tangible” y su “doble digital” en Internet. Ambas podrán trabajar en cooperación, pero ofreciendo programas de enseñanza propios.
Indudablemente, para no llegar tarde a la digitalización, se necesita un conjunto de nuevas competencias y habilidades. Para todo trabajador, se está haciendo imprescindible tener determinados conocimientos y experiencias requeridos tanto en un ingeniero como en un economista. Esto es importante no solamente para entender el significado del proceso de producción y su método de simplificación gracias a las tecnologías, sino también para estar en posición de controlar dicho proceso y de saber cómo evaluar los resultados de la digitalización.
Una de las tendencias clave consiste en el traspaso de una gran parte del proceso educativo a Internet, lo que eliminará la frontera entre la educación regulada y la no regulada. En Rusia, cada año se matriculan centenares de miles de alumnos en cursos online de pago, y este indicador sigue en aumento. Por otro lado, las grandes universidades corporativas, que también están orientadas a un público objetivo externo, parten de los intereses de una determinada compañía y ya se están convirtiendo en actores importantes del proceso. Cada vez más, el sistema de enseñanza regulada tendrá que competir con estos nuevos actores, lo que significará la indispensable cooperación entre el sistema educativo y el mundo de los negocios, así como la necesidad de desarrollar formas de enseñanza modulares y en red.
Cada universidad moderna tiende a reflejar los intereses de aquella determinada rama de la actividad para la cual prepara especialistas. Y mientras esta rama expresa una clara tendencia hacia la digitalización, la metodología de la enseñanza no puede dejar de verse afectada. Actualmente, una serie de universidades forman grupos de trabajo para fomentar la alfabetización digital entre los estudiantes y el cuerpo docente. Algunas universidades van más allá y están desarrollando programas de maestría para futuros CDO (chief digital officers o jefes del departamento digital, según su traducción al español) y participan en la elaboración de cursos y manuales en línea.
Las habilidades permanecen iguales
En realidad, la educación jamás podrá seguir a la perfección el compás marcado por las tendencias punteras. Más aún, la esencia de la educación superior no consiste en «inyectar» en los estudiantes habilidades estrictamente técnicas y aplicadas (para ello existen las escuelas de formación profesional), sino en fomentar cualidades profesionales fundamentales, las cuales, a su vez, cambian muy lentamente. Al mismo tiempo, el mercado clama por especialistas «hechos y derechos» capaces de incorporarse al proceso laboral inmediatamente después de la graduación. En esta situación dual y compleja, las universidades deben buscar nuevos caminos para implementar sus programas de enseñanza.
Estos programas no consisten en un conjunto de habilidades concretas, las más importantes para cada especialista moderno, sino en la capacidad de comprender y prever tendencias en un ámbito profesional dado. Al fin y al cabo, vivimos en una época de educación continua, que dura toda la vida, y el individuo es capaz de adquirir una determinada habilidad en cualquier momento de su existencia, a veces, incluso, sin dejar de ejercer su trabajo. Sin embargo, solo la universidad es capaz de ofrecer aquello que, posiblemente, siempre quedará fuera del alcance de las posibilidades de una computadora, o sea, la aproximación creativa a cualquier problema de actualidad, desde el ámbito de la toma de decisiones administrativas hasta el de las altas esferas de los juegos diplomáticos.
Normalmente, existe un conjunto general de habilidades y un volumen de conocimientos que debe dominar cada empleado, tanto novato como experimentado. Eso es lo que siempre se enseñaba en las universidades, mientras que la digitalización nos obliga a un mayor desarrollo: se necesita aprender a analizar los objetivos, comprender la relación entre procesos, personas y máquina, buscar vías para incrementar la eficiencia, etc.