Un sistema de Inteligencia Artificial usa una enorme cantidad de datos para entrenarse, para que pueda tomar decisiones a partir de información y estadística. Sin datos, no hay conclusiones.
Así es como funcionan los diferentes experimentos que Google ha presentado en los últimos años, así es cómo se gana al campeón mundial de ajedrez, o como se diagnostican enfermedades: se usan millones de jugadas, millones de imágenes y millones de textos para predecir el futuro y realizar acciones a partir del análisis del pasado.
Para predecir cómo seremos dentro de 50 años sería necesario alimentar de datos a un software con rostros de niños, así como con rostros de ellos mismos 50 años después. Si conseguimos que un sistema de inteligencia artificial almacene la evolución durante décadas de millones de rostros, podrá fácilmente hacer una predicción de cómo será nuestro rostro dentro de 20, 30, 40 o 50 años, siempre teniendo en cuenta que serán resultados basados en estadísticas.
De momento no ha sido posible alimentar a ningún software con esta información, ya que el mundo de la inteligencia artificial no tiene tanto tiempo, pero hay un programa que muchos millones de usuarios usan y que podrían alimentar a este tipo de plataformas: Google Fotos.
En Google Fotos tenemos etiquetadas las fotos de toda la familia desde hace años. El sistema ya es capaz de identificar a nuestros hijos, reconociendo a los bebés que han evolucionado hasta los 5 años, y seguirá haciéndolo durante décadas, por lo que es cuestión de tiempo: Google tiene nuestras fotos para entrenar a sus motores de inteligencia artificial, y no solo para reconocer lo que es una silla o a diferenciar entre un perro y un gato, las tiene también para analizar evolución de rostros con el tiempo, y eso conseguirá hacer maravillas dentro de pocas décadas.
Es cierto que la genética de cada ser humano es única, pero si alguien comparte rasgos con otras personas, la probabilidad de que evolucionen de forma semejante con el tiempo, es alta.