Este sensor puede adherirse a la piel del paciente, para realizar su función, incluso cuando está realizando ejercicio. Se coloca en la garganta, y se encarga de dar seguimiento a síntomas relacionados con el diagnóstico y tratamiento de la afasia, por ejemplo, analiza la capacidad de deglución.
La afasia afecta a un alto porcentaje de pacientes que padecieron un ACV, y las herramientas y métodos tradicionales no permiten evaluar en exactitud la condición del paciente. Pero los nuevos sensores permiten capturar datos más puntuales, monitorizando las vibraciones de las cuerdas vocales.
Además, no causa molestias al paciente, ya que utiliza una tecnología similar a la piel electrónica, que comentamos en un artículo anterior, que pueden doblarse o estirarse, sin afectar áreas sensibles de la piel, y sin importar la actividad del usuario.
Estos datos se envían a un dispositivo móvil o a un equipo, para que los profesionales pueden evaluar la actividad de los pacientes en tiempo real. Una dinámica interesante, que dará a los pacientes libertad para realizar su rutina, sin necesidad de interrumpir el seguimiento médico.
Podemos ver más detalles de esta iniciativa en la nota de la Universidad Northwestern.