De una forma indirecta, y aprovechando leyes ya existentes, Corea del Sur puede ya proclamarse el primer país en aplicar impuestos a los robots.
Lo que está haciendo exactamente es reducir el incentivo existente en la actualidad para automatizar procesos. Las empresas que deciden poner robots en fábricas o almacenes, entre otros, pueden deducir entre un 3 y un 7% de impuestos, y esa tasa se reducirá dos puntos a partir de ahora, cuando han visto que, efectivamente, se está generando más desempleo del previsto.
Se está llamando el primer impuesto de robots del mundo, la primera vez que se cambiarán las leyes fiscales por causa de la automatización robótica masiva.
La medida no es un intento por impedir que las empresas adopten la tecnología de automatización, y sí obtener ingresos para poder crear soluciones que atiendan a los parados. Los encargados de formular políticas fiscales esperan que la reducción de los incentivos compense el impuesto sobre la renta perdido, ayudando así a mantener los servicios sociales.
Grandes figuras de la tecnología, como Bill Gates, ya han mostrado su apoyo a crear un sistema de impuestos para robots, pero hasta ahora no se ha visto ninguna propuesta viable en este sentido. La idea es sencilla: si un robot se hace cargo de un trabajo, los gobiernos deberían ser capaces de cobrar impuestos sobre ese trabajo.
La mayoría de las personas creen que esa tasa a robots ahogará el desarrollo tecnológico y pondrá a los países en desventaja dentro de un mundo globalizado, sin contar que es algo complejo definir lo que es y lo que no es un robot.