Existen dos tecnologías que están en boca de todos durante los últimos años: la inteligencia artificial y los coches autónomos.
Cuando hablamos de Inteligencia Artificial no estamos hablando de grandes novedades, existen algoritmos de inteligencia artificial con varias décadas de existencia, pero solo ahora estamos viendo los resultados en nuestro día a día, en aplicaciones que usamos habitualmente, motivo por el cual la población en general se muestra cada vez más curiosa sobre el asunto.
En muchas ocasiones se usa la Inteligencia Artificial para, después de haber analizado millones de datos, predecir lo que ocurrirá en un futuro. De esa forma, los bancos usan inteligencia artificial para organizar operaciones, invertir en acciones y administrar propiedades; los hospitales para organizar las asignaciones de las camas y crear una rotación del personal; los investigadores para detectar algún tipo de relación entre imágenes de todo tipo (astronomía, medicina, etc.)… las aplicaciones son cada vez más numerosas, y con los coches autónomos no podría ser diferente.
En muchas ocasiones se comenta que el éxito de los coches autónomos dependerá del tiempo que se tarde en quitar a los conductores humanos de las calles, ya que ellos son los únicos elementos impredecibles en la ecuación. Si todos los coches que circulen por una ciudad fuesen autónomos, comunicándose entre ellos, no serían necesarios los semáforos, por ejemplo, ya que se irían cruzando entre ellos de forma alternada, con centímetros de distancia, sin parar la velocidad y sin producir ningún choque. Si todos ellos circulasen constantemente llevando pasajeros de un lado a otro, no sería necesario que aparquen, simplemente pararían para dejar que el pasajero baje y continuarían en busca de otro, permitiendo que todos los vehículos circulen en un flujo constante, sin atascos, sin pausa, y sin prisa. No habría gasolineras dentro de las ciudades, ni talleres, ya que todo ello ocurriría en las afueras, donde las empresas de manutención de dichos coches se encargarían de dejarlo siempre a punto. Nadie compraría coches, adquiriría un servicio de transporte, el mundo tendría siempre acceso a coches autónomos en todo momento esperando para llevarles de un sitio a otro a un precio justo.
Para que esta red de hormigas dentro de las ciudades pueda funcionar, será necesario que los coches autónomos se concentren más o menos en determinadas zonas en función del horario, del barrio y de la demanda calculada de pasajeros en dicha zona, algo que ya hacen los taxistas usando la experiencia, pero que los coches autónomos podrían hacer mucho mejor usando la Inteligencia Artificial.
Horarios de las escuelas, datos de los últimos 5 años, obras en las calles, fiestas en ciertos lugares, posibles huelgas de metro, empresas que cierran y empresas que abren, ofertas en centros comerciales.. se meten todas esas miles de variables dentro de un motor de Inteligencia Artificial, y se envían los datos a las unidades (coches autónomos) para que se programen, circulen y estén presentes exactamente en el lugar y en el momento en el que se necesita.
Este futuro, que parece salido de un libro de Asimov, no es tan lejano, está a la vuelta de la esquina, y los que estudien sistemas de inteligencia Artificial serán los que podrán ocupar los puestos de trabajo que el sector necesitará dentro de muy poco. El mundo necesitará más programadores y más especialistas en estadística y en bases de datos (Big Data, otra palabrota de moda), y comenzar ahora a entender mejor ese sector ayudará a estar preparados dentro de muy poco tiempo.