En 2011 Foxconn anunció que fabricaría iPhones en Brasil, una alternativa a las fábricas de China, algo que desde el país se acogió con esperanza tanto de generar empleos como de tener dispositivos más baratos.
Leemos hoy un artículo en g1 que muestra la realidad cuatro años después. Lo resumimos de la siguiente forma:
– Se prometieron miles de empleos de alta calidad: de un muy pequeño porcentaje de los empleos prometidos, la mayoría es de muy mala calidad. En el artículo hablan con una de las empleadas, que cobra 80 dólares a la semana para probar iPhones en la fábrica, sin posibilidad de crecimiento en la empresa y desarrollando tareas extremadamente monótonas.
– Se prometió bajar los precios de los teléfonos. En Brasil se vende el iPhone a un precio muy superior, aunque sea fabricado dentro del país. El iPhone 5S de 32 GB, por ejemplo, cuesta más de 1000 dólares en un país donde el sueldo mínimo es de 255 dólares.
– Se prometieron 12.000 millones de dólares de inversión en los seis años posteriores a la llegada, inversión que transformaría el sector de la tecnología brasileño (principalmente en el sector de pantallas táctiles). Ni ha habido transformación ni el sector de la tecnología de Brasil tiene la reputación que se esperaba.
El artículo comenta más detalles, y no pone la culpa en Foxconn y sí en el gobierno brasileño, que no ha sabido gestionar correctamente esta oportunidad.
Una cosa es el precio de venta al público, y otra el de fabricación. Habría que conocer cuánto cuesta fabricarlo en Brasil, y cuánto en China.