En la era actual, la inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta fundamental para muchas empresas, permitiendo automatizar tareas y mejorar la productividad de los empleados. Sin embargo, mientras la tecnología avanza a pasos agigantados, existe una preocupación creciente entre los trabajadores sobre la posibilidad de que la IA termine por reemplazarlos. Según un informe de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido, uno de cada tres trabajadores teme que la IA pueda acabar con su empleo. Pero, ¿es esta una preocupación justificada? Yo creo que no del todo, y aquí te explico por qué.
La IA como asistente, no reemplazo
Es fácil caer en la narrativa de que la IA está aquí para reemplazar a los humanos, pero la realidad es bastante diferente. Los usos más efectivos de la IA han sido aquellos en los que la tecnología actúa como un asistente, complementando el trabajo de las personas y potenciando sus capacidades. En lugar de ver la IA como un enemigo, las empresas deberían enfocarse en cómo pueden integrar estas herramientas dentro de los flujos de trabajo existentes para maximizar la productividad y mejorar la calidad del trabajo realizado.
De hecho, más del 75% de las organizaciones ya están utilizando o explorando el uso de la IA para mejorar la productividad de sus empleados. Sin embargo, hay un problema: la complejidad de los flujos de trabajo en muchas empresas. Según un informe reciente de WalkMe, los líderes empresariales subestiman drásticamente el número de aplicaciones que sus empleados utilizan cada semana. Mientras creen que sus negocios utilizan unas 21 aplicaciones en promedio, la realidad es que se están utilizando 211, y más del 20% de estas son aplicaciones de IA.
La paradoja de la productividad
Aunque la IA tiene un enorme potencial para mejorar la productividad, la proliferación de aplicaciones puede llevar a lo contrario: una sobrecarga de herramientas que los empleados deben aprender y manejar. Este fenómeno, conocido como «tool sprawl» o dispersión de herramientas, puede llevar a una disminución de la productividad, ya que los empleados pasan más tiempo tratando de dominar nuevas aplicaciones que realizando su trabajo. Es algo parecido a lo que sucede cuando intentas aprender a usar un nuevo programa justo cuando te has acostumbrado al anterior, solo para descubrir que ya está obsoleto.
En este sentido, las empresas necesitan ser inteligentes a la hora de integrar la IA en sus flujos de trabajo. No se trata solo de añadir más aplicaciones, sino de asegurarse de que estas herramientas realmente estén optimizando el proceso de trabajo y no creando más obstáculos. Aquí es donde la IA puede jugar un papel crucial como agregador de información, conectando diferentes aplicaciones y sugiriendo el siguiente mejor paso en una tarea específica. Por ejemplo, si estás preparando una presentación de negocios y esta no cumple con las directrices de la empresa, una IA podría escanear el documento de mejores prácticas y sugerir qué cambios hacer y qué herramientas usar para realizarlos.
Contexto y continuidad: la clave del éxito
Para que la IA sea verdaderamente útil, debe comprender el contexto en el que se encuentra el usuario y anticipar sus necesidades dentro del flujo de trabajo. Esto significa que la IA no solo debería ofrecer ayuda con cada aplicación individual, sino también con el proceso completo, asegurando que el trabajo fluya sin interrupciones. Esta capacidad de la IA para ser proactiva y contextual es lo que la convierte en una herramienta tan poderosa, permitiendo que los empleados mantengan su concentración y productividad sin tener que buscar constantemente información en diferentes lugares.
Considera esto: se tardó 2.4 millones de años en que nuestros antepasados dominaran el fuego y lo usaran para cocinar, pero solo 66 años para pasar del primer vuelo a motor a poner un hombre en la luna. El avance de la IA podría ser incluso más rápido si logramos aprovechar su utilidad al máximo. Para las empresas, esto significa invertir en una IA que no solo entienda las aplicaciones individuales, sino también las múltiples facetas de una tarea, optimizando la capacidad de sus empleados para completarla.
¿Qué depara el futuro para la IA en los flujos de trabajo?
En mi opinión, las empresas que adopten una tecnología que entienda el contexto y el recorrido de sus empleados podrán crear flujos de trabajo más fluidos y, en última instancia, una fuerza laboral más productiva. No se trata solo de adoptar la última aplicación de moda, sino de invertir en herramientas que realmente entiendan cómo trabajan los humanos y que puedan integrarse sin problemas en los procesos existentes.
En WWWhatsnew.com, seguimos de cerca el impacto de la IA en el entorno laboral, y creemos que la clave para el éxito está en recordar siempre el factor humano. La IA tiene el potencial de transformar el trabajo, pero solo si se utiliza de manera que complemente y potencie nuestras habilidades, en lugar de complicar más nuestras tareas diarias.