La eficiencia energética es fundamental en el mundo de la robótica. Las baterías que tienen los robots deben ser aprovechadas de forma inteligente, por eso cada vez que se da un paso en ese sentido, el sector brinda con alegría.
Ahora han sido investigadores de la prestigiosa Scuola Superiore Sant’Anna los que han dado un paso crucial hacia la optimización de los actuadores, componentes vitales que emulan la funcionalidad de los músculos humanos en máquinas y robots.
Los actuadores se han enfrentado históricamente a un dilema: su capacidad para operar de manera efectiva en marcos de tiempo prolongados ha sido limitada, presentando un obstáculo considerable para su integración en aplicaciones avanzadas. Esta limitante ha mantenido a la robótica y a la automatización en una búsqueda constante de soluciones viables y sostenibles.
La nueva metodología desarrollada por los científicos italianos promete un control más preciso de la fuerza ejercida por estos dispositivos. Con ello, se mejora notablemente su rendimiento y se amplía significativamente la durabilidad de su operación, extendiendo las posibilidades de uso en diversas industrias.
Anteriormente, la creación de actuadores suaves dependía de complejas estructuras realizadas con varios materiales que imitaban la contracción muscular a través de la activación eléctrica. Sin embargo, esta técnica presentaba la desventaja de generar sólo breves contracciones musculares, limitando su aplicación práctica.
La clave del avance radica en un modelo teórico y experimental que permite a los investigadores comprender y optimizar el comportamiento de la fuerza en estos sistemas. Este modelo se centra en la alineación de las tasas de relajación de carga de los materiales dieléctricos utilizados, lo cual ha resultado en una reducción de la pérdida de energía hasta mil veces en comparación con combinaciones de materiales previas.
Básicamente, han encontrado una forma de mantener los actuadores en funcionamiento constante sin que pierdan fuerza rápidamente, algo que antes era un gran problema. Esto significa que robots o dispositivos que usen estos actuadores podrían hacer más trabajo sin necesitar tanta energía. Resumiendo, esta mejora podría llevar a que los actuadores se usen en más sectores y de formas nuevas que antes no se podían imaginar.
El entendimiento profundo de los mecanismos que rigen los actuadores blandos tiene el potencial de propulsar la evolución de dispositivos asistenciales, máquinas automáticas y robots móviles para exploración terrestre, marítima y espacial. Esto representa no solo un avance tecnológico sino también un compromiso con la sostenibilidad ambiental.
Tenéis información sobre el estudio en santannapisa.it