China ha levantado banderas rojas sobre la seguridad del recién lanzado iPhone 15 de Apple. Este desarrollo podría tener implicaciones significativas, dado que China no solo es un mercado clave para Apple sino también un centro crucial de su producción global.
La relación entre Apple y China ha sido en general beneficiosa para ambas partes. Sin embargo, en los últimos años, China ha mostrado una tendencia creciente hacia la autarquía tecnológica, buscando reducir su dependencia de la tecnología extranjera, especialmente la estadounidense.
Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, ha hecho comentarios vagos pero preocupantes sobre «incidentes de seguridad» relacionados con los teléfonos de Apple. Aunque no se han emitido leyes que prohíban explícitamente la compra de productos de Apple, varias agencias estatales han comenzado a instruir a su personal para que no lleven iPhones al trabajo.
Estas medidas podrían tener repercusiones económicas graves para Apple. China representa aproximadamente una quinta parte de los ingresos de la empresa y es también donde se produce la mayoría de los iPhones del mundo. Un cambio en la postura de China podría afectar no solo las ventas sino también la cadena de suministro global.
De momento ya hay reestricciones en el uso de iPhones en empresas, aunque no para la población en general.
La situación plantea preguntas sobre el futuro de Apple en China y, por extensión, cómo esto podría afectar a otras empresas tecnológicas extranjeras. La creciente tensión entre las consideraciones de seguridad nacional y los intereses comerciales está llevando a un terreno incierto que podría requerir una reevaluación de las estrategias de mercado para empresas extranjeras.