El avance de la tecnología está llevando a una transformación en la industria automotriz, con cada vez más vehículos eléctricos circulando por nuestras carreteras. Aunque esta transición hacia una movilidad más sostenible es alentadora para el medio ambiente, plantea un nuevo desafío para los gobiernos en términos de financiamiento de infraestructuras y servicios de transporte.
En este sentido, los impuestos desempeñan un papel crucial, pero ¿cómo se generarán ingresos cuando la mayoría de los coches sean eléctricos?
Un «impuesto a la congestión» como alternativa
Un estudio de la Universidad de Linköping plantea una interesante alternativa: el impuesto a la congestión en ciudades más grandes. Los investigadores sostienen que, independientemente de cómo se conduzcan los automóviles, causan congestión en ciertos lugares y momentos. Al aplicar un impuesto de congestión, se busca que el individuo pague por este impacto en el tráfico.
Para determinar la efectividad de esta propuesta, se llevó a cabo una simulación de la situación del tráfico en Mälardalen, Suecia, en 2040, una región con áreas rurales y ciudades de diferentes tamaños. Los resultados mostraron que la congestión más grave sigue ocurriendo en ciertos puntos alrededor de las grandes ciudades, pero la mayoría de las carreteras no presentan un alto nivel de congestión.
Aumento del impuesto sobre vehículos y financiamiento con IVA
El impuesto a la congestión se combinaría con un aumento en el impuesto sobre los vehículos para cubrir los costos no relacionados con la congestión, como accidentes y desgaste de las carreteras. Según los investigadores, esta combinación de impuestos podría cubrir los costos de la sociedad asociados con el tráfico vial.
Si se necesita financiamiento adicional para el bienestar general, los investigadores sugieren ampliar las bases impositivas, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Sin embargo, este tema es altamente político y debe ser abordado con cuidado.
Una cuestión que surge en relación con estos impuestos es la percepción de justicia y equidad. Algunas personas podrían sentirse perjudicadas si se les obliga a pagar una gran parte del costo del sistema de carreteras, especialmente aquellos que viven en las ciudades más grandes. Es importante que las políticas públicas busquen un equilibrio para beneficiar a todos los ciudadanos, independientemente de su ubicación geográfica.
La dificultad de controlar el impuesto por kilómetro recorrido
Aunque se ha hablado de la posibilidad de introducir un impuesto por kilómetro recorrido, la profesora Maria Börjesson señala que esto sería costoso de implementar y controlar para asegurarse de que nadie esté evadiendo el pago. Además, con vehículos eléctricos, los costos asociados con las emisiones de dióxido de carbono ya no existirán.
La transición hacia una flota de vehículos más eléctricos presenta desafíos financieros para los gobiernos, pero también abre oportunidades para repensar cómo se financian los sistemas de transporte y bienestar. El impuesto a la congestión y el aumento del impuesto sobre vehículos parecen ser opciones viables para garantizar el mantenimiento de la infraestructura vial y cubrir los costos sociales asociados con el tráfico.
Sin embargo, la equidad y la justicia deben ser consideradas en la formulación de políticas para asegurar que todos los ciudadanos se beneficien de estas medidas. La tarea de encontrar soluciones adecuadas recae en los responsables políticos, quienes deberán sopesar diferentes opciones y considerar el impacto a largo plazo en la sociedad.