En un contexto en el que los concursos de arte están comenzando a ser ganados por sistemas de IA, los artistas deben defenderse, por lo menos para identificar lo que ha hecho una máquina de lo que ha hecho un humano.
Ahora es la Universidad de Chicago la que pretende ayudar con una herramienta llamada Glaze, para prevenir que los modelos de inteligencia artificial (IA) aprendan el estilo de un artista, en respuesta a la amenaza de que las imágenes generadas por IA ganen concursos de arte y adornen portadas de libros.
Para evitar que la IA aprenda el estilo de un artista, este puede cargar una versión digital de su obra en Glaze y elegir un tipo de arte diferente al suyo. La herramienta realizará cambios a nivel de píxeles que la IA asociaría con otro estilo.
El equipo de la Universidad de Chicago reconoce que la herramienta no garantiza protección absoluta, pero su objetivo es llenar el vacío hasta que las leyes, regulaciones y políticas se actualicen. La amenaza se siente muy personal para los artistas, ya que las bases de datos que utiliza la IA para aprender estilos han sido construidas sin su consentimiento, lo que lleva a muchos artistas a temer por su futuro. Los generadores de IA ya se enfrentan a una serie de desafíos legales similares a los que se produjeron en los primeros días de Internet, como el uso ilícito de la música a través de servicios como Napster.
Los expertos legales comparan el debate sobre el uso sin restricciones del trabajo de los artistas para la IA generativa con las preocupaciones de piratería en los primeros días de Internet. El objetivo de la ley de derechos de autor es proteger y fomentar la creatividad humana.
Un grupo sin fines de lucro llamado Concept Art Association recaudó más de $200,000 para contratar a una empresa para persuadir al Congreso de proteger la propiedad intelectual de los artistas. Los generadores de arte de IA podrían desarrollar algún tipo de «sistema de contrato privado que garantice algún grado de compensación al creador», predice Raymond Ku, profesor de derecho de autor de la Universidad de Case Western.
Se acercan movimientos en todos los sentidos, muy parecidos a los que tuvimos cuando Internet comenzó a rellenar casi todos los espacios de nuestra existencia.
Tenéis más información en esta noticia del NYT y en el documento Glaze.