Despedir gente, quedarse solo con los que realmente darían la sangre por la empresa, pedir resultados demostrables cada semana, hablar de bancarrota, dormir en la oficina… todo eso ya lo hizo Elon Musk con Tesla en 2018 cuando querían construir el ahora adorado Model 3.
Elon Musk le comentó en aquella época al New York Times que fueron momentos terribles, en los que no salió de la fábrica durante tres o cuatro días. Lo llamaba el “infierno de producción”, y ayudó a crear un «libro de jugadas» para administrar sus empresas, ya que hizo algo parecido con SpaceX.
Es su forma de trabajar, su forma de «limpiar las cosas heredadas», con tratamientos de choque y alarmismo, con presión a trabajadores, dejando de lado a familias y amigos para gastar toda su energía en su misión: hacer que la empresa sea excelente.
Lógicamente, el fin no siempre justifica los medios, pero hay ciertas cosas que están claras:
– Quien se quede trabajando en Twitter, ya sabe lo que hay, es todo muy transparente.
– Si había gente cobrando mucho sin hacer casi nada, o gastos que no eran estrictamente necesarios, en el futuro todo será como una maquinaria de reloj.
El caso es que, a diferencia de Tesla, el resultado no son coches, el resultado debería ser satisfacción de los usuarios que usan Twitter a diario, y muchos de esos usuarios no comparten el método usado por Elon Musk para transformar a Twitter en una empresa rentable.
El artículo publicado ayer por The New York Times muestra detalles de lo que hizo Elon Musk en el pasado con Tesla y de lo que está haciendo ahora. Despidió al 50 por ciento de los 7500 empleados de Twitter y aceptó las renuncias de 1200 o más, duerme en la empresa, actúa de forma impulsiva y alarmista… Ahora quiere que los programadores envíen un email cada viernes indicando con detalle lo que hicieron durante la semana, pero eso es algo que hacen millones de empresas privadas de todo el mundo, no es algo «made by Elon«.
En dicho artículo puede leerse una frase interesante:
En Tesla y SpaceX, el enfoque siempre ha sido de alto riesgo, alta recompensa. Twitter ha sido de alto riesgo, pero la pregunta es: ¿cuál es la recompensa que se obtiene?.
Eso es lo que está intentando descubrir Elon Musk, y esperemos que encuentre la respuesta antes de que la mitad de los usuarios de Twitter migren a otras plataformas para no volver nunca más.