El 70% de los astronautas que viajan a la Estación Espacial Internacional (ISS) experimentan hinchazón en la parte posterior de sus ojos. Esto desencadena síntomas como borrosidad visual y un deterioro general de la vista, tanto en el espacio como cuando regresan a la Tierra. En ocasiones, este daño se genera permanentemente.
Utilizando resonancias magnéticas de doce astronautas de la ISS, un equipo de investigación buscó la respuesta a cómo la microgravedad propia de las misiones espaciales afecta a los ojos y el cuerpo humano, como parte de los preparativos de la nueva ola de vuelos espaciales a la Luna y Marte previst0s.
Las causas tras el daño ocular que sufren los astronautas
El trabajo de investigación bajo el que se fundan estas observaciones fue desarrollado por profesionales de la Universidad Médica de Carolina del Sur, quienes analizaron las resonancias magnéticas de doce astronautas de la ISS (diez hombres y dos mujeres) para medir el sistema de venas que hacen circular la sangre al cerebro antes y después del vuelo, estableciendo una correlación entre los síntomas antes mencionados y el surgimiento de problemas oculares.
Los músculos humanos se debilitan cuando se aplica sobre ellos la fuerza de la gravedad terrestre. La ISS está diseñada en gran medida como un laboratorio, donde muchos de los experimentos llevados a cabo allí son de naturaleza médica, con los propios astronautas como sujetos de prueba dispuestos, quienes una gran cantidad de datos médicos que reducirán el riesgo para futuras misiones espaciales.
La afección visual señalada se conoce síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales (SANS). El Dr. Mark Rosenberg, uno de los autores del estudio, comentó que este cuadro es tan común que «ha llegado al punto en que los astronautas realmente llevan pares adicionales de gafas cuando van al espacio. Saben que su visión se va a deteriorar allá arriba, e incluso han comenzado a llamarles gafas de anticipación espacial».
Una persona afectada por un cuadro de SANS puede experimentar cambios físicos como el aplanamiento de sus globos oculares, hinchazón de sus nervios y lesiones en las retinas. El tiempo de recuperación de estos síntomas es relativo, variando desde algunas semanas tras el regreso a la Tierra, hasta períodos más prologados que incluso podrían dejar secuelas permanentes.
La falta de gravedad hace que la distribución de la sangre en el cuerpo funcione de manera diferente, con el líquido desplazándose hacia la cabeza y los ojos a un ritmo más acelerado que en la Tierra, donde la gravedad reduce el flujo a estas áreas. Según el artículo de Rosenberg, esta podría ser la causa raíz del SANS.
Estas condiciones determinan que «las personas con mayor cumplimiento de los senos venosos pueden tener un mayor riesgo de desarrollar SANS». Por lo mismo, la detección temprana de estas afecciones puede ayudar a los astronautas a comprender los riesgos para sus ojos antes de abandonar nuestro planeta.
Este avance investigativo sentará las bases para una larga hoja de ruta. Con una muestra mayor de astronautas, falta identificar aún qué diferencias pueden identificarse entre los cuadros de SANS en hombres y mujeres y adicionalmente, para realizar un seguimiento más exhaustivo de estas afecciones, los investigadores plantearon también la necesidad de contar con una máquina de resonancia magnética móvil en la Estación Espacial Internacional.