Desde siglos, el hombre siempre ha buscado inspiración en la naturaleza al momento de llevar a cabo el desarrollo de algún aparato o estructura con el fin de facilitar la realización de alguna tarea o hacer su vida más cómoda.
Es así como un equipo de la Universidad de Harvard ha puesto en marcha la creación de un sensor de profundidad basándose para ello, en el comportamiento de los ojos de las arañas saltadoras.
La habilidad de este artrópodo para el salto le confiere la capacidad suficiente para cubrir una distancia equivalente a varias veces la longitud de su cuerpo al momento de abalanzarse sobre su desprevenida presa. Con relación a los sensores de profundidad, esta invención es actualmente usada en los teléfonos inteligentes para ejecutar acciones como el desbloqueo facial, gracias a miles de puntos láser que actúan en conjunto para delimitar la superficie de la cara.
Replicar esta funcionalidad en dispositivos de menor tamaño como relojes inteligentes o microrobots que tienen una batería de duración limitada constituye la meta principal del equipo de investigadores.
Es en esta instancia donde la fisionomía de las arañas entró en juego sirviendo como fuente de inspiración para los investigadores, quienes observaron que sus ojos poseen varias capas de retinas, las cuales, captan una imagen con diferentes enfoques. Esto hace que puedan ver un objeto nítido en un ojo y difuso en otro, permitiéndoles así, calcular la profundidad de forma eficiente.
Para imitar este comportamiento ocular de las arañas en un sensor los científicos usaron metalens, una lente que separa la luz para generar dos imágenes, ubicándolas una al lado de la otra y dotándolas con diferentes desenfoques. Dichas imágenes son luego analizadas por un algoritmo para trazar un mapa de profundidad a partir de estas.
Esto hace del metalens un elemento con gran potencial para ser usado en proyectos tecnológicos futuros que sean desarrollados bajo el concepto de realidad virtual.