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Por qué los cohetes son alargados y las naves espaciales de la ficción son redondas: ciencia vs. imaginación

Ilustración surrealista de cohete y platillo volador en un cielo onírico, mostrando el contraste entre ingeniería real y diseño ficticio

Cuando pensamos en naves espaciales, es probable que la imagen que venga a nuestra mente sea la de un platillo volante flotando silenciosamente en el espacio, al estilo de las películas de ciencia ficción. Sin embargo, en la realidad, los cohetes que construimos en la Tierra, como los de SpaceX, tienen una forma alargada y cilíndrica. ¿Por qué esta diferencia tan marcada entre la ciencia real y la ficción especulativa? La respuesta está en las leyes de la física, las limitaciones tecnológicas y, por supuesto, en el poder de la imaginación.


La forma alargada de los cohetes: una cuestión de necesidad

Cuando se diseña un cohete, el primer gran reto es salir de la Tierra. Esto significa enfrentarse a una atmósfera densa, a la fuerza de la gravedad y a velocidades extremas. En este escenario, la forma importa, y mucho.

Una vez en el espacio, la aerodinámica ya no importa tanto, pero para llegar allí, no hay atajos: el diseño debe cumplir con los desafíos terrestres primero.


Naves redondas en la ciencia ficción: libertad creativa y tecnologías hipotéticas

En la ficción, los diseños espaciales no están atados a la realidad física actual. Se parte de la premisa de que ya no es necesario despegar desde un planeta con gravedad o que existen formas de hacerlo muy distintas a las actuales.


¿Y si SpaceX intentara construir un platillo volante?

Suena tentador imaginar a Elon Musk supervisando la construcción del primer disco interplanetario, pero la realidad es que hacerlo hoy no tiene sentido práctico.


Ciencia y ficción: dos caminos que podrían encontrarse

Aunque hoy parezcan muy distintos, la ciencia y la ficción suelen caminar en paralelo. Muchos de los conceptos que nacieron en la literatura especulativa han inspirado a generaciones de ingenieros y científicos. Quizá en el futuro, cuando superemos la necesidad de lanzamientos desde la Tierra o desarrollemos nuevas formas de propulsión, veamos naves de formas más exóticas surcar el espacio real.

Hasta entonces, los cohetes seguirán siendo delgados y apuntando hacia el cielo, como flechas tecnológicas que buscan su blanco más allá del planeta.

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