El avance de la ciencia y la tecnología ha permitido progresos impresionantes en el ámbito de la criopreservación, un proceso que consiste en preservar órganos o tejidos a temperaturas extremadamente bajas. Hasta ahora, uno de los mayores desafíos en este campo ha sido el calentamiento rápido y uniforme de tejidos vitrificados.
Los descubrimientos del profesor Bischof
El equipo del profesor Bischof se ha centrado en este desafío y ha estado investigando distintas formas de calentar tejido vitrificado de manera rápida y uniforme. Han experimentado con múltiples enfoques, desde láseres hasta mallas conductoras de calor, pero han logrado avances significativos utilizando un potente campo magnético acoplado con nanopartículas de hierro.
En una demostración, se inyectó a un riñón de rata una solución con nanopartículas de hierro suspendidas en crioprotector. Posteriormente, este riñón fue sometido a un proceso de enfriamiento hasta alcanzar los –148°C, un estado conocido como vitrificación. Los riñones vitrificados podían almacenarse durante un máximo de 100 días antes del trasplante. Para reanimar estos órganos, se utiliza un campo magnético que calienta las nanopartículas de hierro, devolviendo la temperatura del órgano a la normalidad.
Técnicas complementarias
Otros investigadores han probado técnicas de criopreservación alternativas. La bióloga marina Mary Hagedorn, por ejemplo, ha utilizado una malla metálica fina para transmitir rápidamente la temperatura, tanto fría como caliente, a las larvas de coral.
Por otro lado, algunos han recurrido a las tácticas naturales utilizadas por ciertos animales para sobrevivir en temperaturas extremadamente bajas. Un ejemplo es la rana de madera, que puede sobrevivir parcialmente congelada a temperaturas tan bajas como –16°C.
También ha habido experimentos exitosos de almacenamiento de órganos humanos a temperaturas subcero utilizando azúcar sintético y Snomax, un ingrediente que ralentiza la formación de hielo. Boris Rubinsky de la Universidad de California, por ejemplo, ha experimentado con presiones más altas para superenfriar órganos sin daño, limitando la formación de hielo.
Además de su aplicación en medicina, estas técnicas podrían tener un gran potencial en la preservación de alimentos sin daño por hielo, ampliando así su alcance y utilidad.
Aún por resolver
A pesar de los emocionantes avances en la tecnología de criopreservación, aún quedan brechas significativas entre la visión y la realidad. Un ejemplo fue un mal funcionamiento durante una demostración en la Universidad de Minnesota (UMN), que puso de relieve la necesidad de más investigación y desarrollo.
Pese a los obstáculos, estos avances en criopreservación son vitales. Permitirán preservar órganos durante más tiempo, aumentarán la cantidad de trasplantes viables y, finalmente, salvarán vidas.
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