En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de proteger nuestro medio ambiente, la innovación ecológica se ha convertido en una prioridad en todos los aspectos de nuestra vida, incluso en la muerte. Un nuevo avance en este campo es el ataúd de hongos biodegradable, una alternativa sostenible y asequible a los ataúdes tradicionales.
El ataúd de hongos: un enfoque sostenible para el último descanso
El ataúd de hongos, conocido como «Loop Living Cocoon«, es una creación de Loop Biotech, una startup holandesa. Este ataúd innovador está hecho de micelio, la estructura subterránea en forma de hilo de los hongos, y fibras de cáñamo recicladas. El micelio es un material natural que se descompone rápidamente, permitiendo que el ataúd se biodegrade en menos de dos meses.
A diferencia de los ataúdes de madera tradicionales, que pueden pesar entre 60 y 120 kg y costar miles de euros, el ataúd de hongos es ligero, pesando solo 30 kg. Además, su costo es significativamente menor, con un precio equivalente a solo $1,000.
Una nueva narrativa para la muerte
El fundador de Loop Biotech, Bob Hendrikx, ve el ataúd de hongos como una forma de cambiar nuestra relación con la muerte. En lugar de ver la muerte como un final, Hendrikx propone una nueva narrativa en la que podemos continuar prosperando después de la muerte, enriqueciendo la vida a través de nuestra descomposición.
El ataúd de hongos no es solo una opción más sostenible y asequible para el entierro, sino que también ofrece una forma de devolver al ciclo natural de la vida. Al descomponerse, el ataúd de hongos enriquece el suelo, proporcionando nutrientes que ayudan a las plantas a crecer.
Otras alternativas ecológicas para el último descanso
Además del ataúd de hongos, Loop Biotech también ofrece una urna de hongos para almacenar cenizas cremadas. Esta urna, que es aún más asequible que el ataúd, puede ser enterrada en el suelo con una planta en la tapa de la urna, permitiendo que la vida continúe incluso después de la muerte.
El ataúd de hongos biodegradable representa un cambio significativo en nuestra relación con la muerte. Al elegir un ataúd que se descompone y enriquece el suelo, podemos ver la muerte no como un final, sino como una transformación, una forma de devolver a la tierra y continuar el ciclo de la vida.