Reestablecer un teléfono Android de fábrica puede traer consigo problemas si esto se hace sin motivos válidos y con bastante peso. Formatear un smartphone da paso a mejoras en diferentes apartados, pero siempre es mejor tener en cuenta los casos en los que se debe reestablecer para no perjudicar el funcionamiento del mismo.
Por esta razón y luego de recibir varias consultas de algunos usuarios, hemos decidido preparar un artículo sencillo explicando los casos donde se debe formatear un Android. Aquí tienes cada uno de ellos para que salgas de dudas y siempre lo tengas en cuenta.
Cuando vayas a cambiar de móvil: si vas a dejar de utilizar tu móvil, lo ideal es que lo formatees para que no quede ninguna clase de información personal en él. Ya sea que se quede en una caja, sea regalado o vendido y hasta extraviado, tendrás la seguridad que no ha quedado ninguna clase de dato que pueda atentar contra tu paz.
También para cuando haya existencia de un virus: si tienes algún antivirus instalado es probable que no sufras de virus. Google y los demás desarrolladores hacen un gran esfuerzo por reducir el número de virus, pero siempre se puede escapar uno que arruine las cosas. Así que si esto ha pasado, debes reestablecer tu móvil para que se pueda limpiar desde cero.
Cuando vayas a instalar ROMs: lo ideal es que lo hagas desde el recovery, justo antes de instalar la ROM que deseas para darle un cambio radical a tu móvil. Esta limpieza ayudará a que todo marche correctamente, pero deberás saber bastante del tema para meterte en la parte poco vista del iceberg de Android.
Igualmente, cuando decidas dejarlo con su SO de fábrica: contrario a lo anterior, si ya quieres tener un móvil Android sin modificaciones a través del root o la instalación de una ROM, tendrás que reestablecerlo para que la limpieza sea profunda y sin problemas.
Por último, cuando el smartphone ha sido utilizado por muchísimo tiempo: la memoria caché puede ser nuestra amiga y enemiga en diferentes casos, pero si llevamos mucho tiempo con el móvil, se puede convertir rápidamente en una enemiga a la que hay que colocarle un antídoto para que vuelva a su estado normal. En este caso, no es otro que el restablecimiento para que al formatear se limpien los archivos basura y la memoria caché.