Curioso reportaje el que leemos en The Washington Post, artículo que nos recuerda lo frágiles que son las licencias de las fotos que ponemos en las redes sociales.
En él habla del artista Richard Prince, fotógrafo que desde hace décadas se encarga de generar polémica retransmitiendo el trabajo de otras personas, a veces realizando pequeños cambios, artista que presenta ahora una nueva galería en la que Instagram es el protagonista.
En ella hay capturas de fotos de Instagram de varios usuarios (es posible que haya alguna vuestra), y vende las obras por hasta 90.000 dólares. En ningún momento se ha pedido permiso al usuario original, y por supuesto no habrá distribución de lucros.
Algunos de los creadores originales ya han detectado que sus fotos forman parte de la galería, y han empezado a quejarse en las redes sociales. En la captura superior vemos una usuaria «denunciando» su presencia no autorizada en dicha galería. En la descripción de su post dice:
[…] Sí, mi retrato se exhibe actualmente en la galería de Frieze en Nueva York. Sí, es sólo una captura de pantalla (no una pintura) de mi post original. No, yo no doy mi permiso y sí, el polémico artista Richard Prince lo ha puesto de todos modos. Ya está vendido ($ 90K me han dicho), durante la vista previa VIP. No, yo no voy a ir tras él […]
Richard Prince ya ha tenido problemas con la justicia en el pasado, en 2008 fue denunciado por Patrick Cariou, aunque fue considerado inocente por tratarse de una modificación de una obra original, no una copia exacta.
En esta galería también ha realizado «algunas transformaciones», como incluir comentarios inexistentes en la imagen original, por ejemplo.
A menudo oímos que los responsables de las redes sociales dicen frases como «las fotos son tuyas», pero en ningún momento eso garantiza que alguien no esté haciendo mucho dinero con ellas.