1. Olvida el modelo televisivo. Al incluir un vídeo publicitario en Internet hay que alejarse de las normas y técnicas de marketing de la televisión, y debemos tener presente que los spots pueden ser más largos o con la marca presenta de una forma más discreta -donde no apreciemos de qué producto se trata hasta el final, como en el vídeo que sigue-, cosa que crea una experiencia totalmente distinta de cara al usuario.
2. Captar la atención de los usuarios de forma que lleguen a visualizan el 100% del vídeo y, por lo tanto, del contenido que queremos hacerles llegar. El método para conseguir este objetivo será, naturalmente, generar interés en el receptor mediante la sorpresa y el contenido de calidad.
3. Construir una reacción emocional por parte del usuario, ya sea mediante la sorpresa, la diversión, el suspense o de cualquier manera que nos pueda ayudar a que mantenga el interés, como en el caso de este spot de Carlsberg.
4. Distribuir el vídeo de forma que genere colaboración por parte de los consumidores, a través de la generación de buen contenido que llegue a la difusión del mismo: si un usuario ve que cinco de sus contactos de Facebook han compartido el mismo vídeo ese día, lo visualizará presuponiendo que el contenido es interesante.
5. Sorprender, pero sin disgustar. Siempre tendremos que echarle un ojo a no herir sensibilidades, no pasarnos de graciosos o no tener mal gusto. En este caso, por mucho que miles de usuarios acaben de ver el vídeo hasta el final, no se generará una buena difusión ni se compartirá en redes.
6. Las primeras 72 horas de difusión son críticas: ése es el momento en el que llega la invasión del vídeo en redes sociales y se comparte todo el contenido de forma exponencial.
7. Medir los KPIs (Key Performance Indicators) y no fijarse sólo en las visualizaciones del vídeo en sí. Nos aseguramos así de que el mensaje de la marca haya llegado al usuario, la marca haya ganado fans activos, haya habido buena difusión y, en definitiva, hayamos logrado nuestros objetivos.